martes, 29 de agosto de 2017

DE LA LEY DE LA LETRA A LA LEY DEL ESPÍRITU

¿Qué es la ley?

<< Según la sagrada Escritura la ley es una regla de conducta proclamada por la autoridad competente para el bien común (S. Tomas de Aquino); y toda ley tiene en la ley eterna (Cristo) su verdad primera y última. La ley es declarada y establecida por la razón como una participación en la providencia del Dios Vivo, Creador y Redentor de todos. Una instrucción Paternal de Dios que prescribe al hombre los caminos que llevan a la bienaventuranza prometida y proscribe los caminos del mal.

La ley moral natural expresa el sentido moral original que permite al hombre discernir mediante la razón lo que son el bien y el mal, la verdad y la mentira. Ésta ley está inscrita y grabada en el alma de todos y cada uno de los hombres.

La ley divina natural, muestra al hombre el camino que debe seguir para practicar el bien y alcanzar  su fin y  la ley natural no es otra cosa que la luz de la inteligencia puesta en nosotros por Dios, tiene por raíz la aspiración y la sumisión a Dios. Expresa la dignidad de la persona y determina la base de sus derechos y sus deberes fundamentales. A pesar de la diversidad de culturas, la ley natural permanece como una norma que une entre sí a las personas y les impone, por encima de las diferencias inevitables principios comunes.

Esta ley natural, obra maravillosa del Creador, proporciona los fundamentos sólidos sobre los que el hombre puede construir el edificio de las normas morales que guíen sus decisiones. Establece también la base moral indispensable para la edificación de la comunidad de los  hombres. Finalmente proporciona la base necesaria a la ley civil que se adhiere a ella, bien mediante una reflexión que extrae las conclusiones de sus principios, bien mediante adiciones de naturaleza positiva y jurídica. Pero esta ley natural no es percibido por todos  de una manera clara e inmediata, de ahí que son necesarias la gracia y la revelación divina al hombre pecador para que las verdades religiosas y morales puedan ser reconocidas de todos y sin dificultad, con una firme certeza y sin mezcla de error>>.

Hoy el clamor y el grito doloroso de tantos hermanos y hermanas nuestras nos llaman a interrogarnos sobre una ética deshumanizante que va creciendo, adquiriendo y tomando terreno en nuestros corazones. Una ética pobre, moralmente mala, “destructurada”. El ser humano ha dejado de lado el verdadero bien de la persona humana. Da la sensación de que vamos perdiendo el camino, el verdadero sentido de nuestras vidas, la dignidad humana, la libertad humana. No una libertad que aproveche nuestra carne sino la verdadera libertad que nos dignifica, que nos hace verdaderos hijos y herederos en el Hijo. Nos hemos olvidado que el otro tiene los mismos derechos que yo, y mientras más lejos nos marchamos de Dios, nuestro centro y fundamento, más sufrimiento impetramos a la naturaleza y a la humanidad con una violencia insospechada hasta que un día, perdidas ya las facultades humanas no por vejez sino por ignorancia nos metemos en actos barbáricos.  Basta mirarnos hacia adentro y a nuestro alrededor para descubrir nuestros profundos instintos egoístas, en las que cada día y cada instante entramos consciente o inconsciente;  y nuestro ser espiritual va cojeando mayormente. ¿En qué cabeza cabe arrastrar a personas, indignificarlas, faltarles respeto como personas que son, matarlas y herirlas  sin ningún motivo solo porque uno/ unos  se creen dignos de ello como hemos visto en Barcelona y en tantos otros sitios? ¿Dónde está por lo menos lo mínimo que se puede pedir: la razón humana, el sentido común?

Hermanos y hermanas, estamos en momentos críticos de decir “NO A LA VIOLENCIA”, lo cual supone “NO MÁS VENDA DE ARMAS Y NO MÁS  ACUERDOS QUE FACILITAN Y AUMENTAN LA GUERRA DENTRO O FUERA DE NUESTROS PAÍSES” porque estas mismas armas volverán como otras tantas nuestros países y perjudicaran a muchos hermanos y hermanas nuestras.

Hace poco que hemos visto cómo una pobre mujer religiosa recibía en plena calle de Granada una bofetada ante el grito “por ser monja”. Hay miles y miles de personas a nuestro alrededor que sufren traumáticamente el acoso. Parece que estos actos crueles son el pan de cada día, y no nos da vergüenza que pase tranquilamente a nuestro lado y nos quedemos quietos como si nada estuviera pasando, tal vez con la justificación de no complicarse la vida. Si queremos un mundo humano, justo, digno de vivir, “plenificador” nos toca a cada cual según sus medidas echar mano y si hay que “complicarse la vida” pues complicársela, pero con una Esperanza firme de poner su granito de arena para el bien universal.  Habrá que preguntarnos una y otra vez ¿qué es lo que me empuja a actuar de esta manera buena o no tan buena? Tendríamos que concienciarnos de nuestro obrar y de nuestro ser, de nuestro callar y de nuestro hablar. Y aún más interrogarnos ¿y si yo actúo de esta manera cual pueden ser las actuaciones de los demás? ¿A mí personalmente me gustaría que me hicieran lo mismo, que me miraran lo mismo…? Seguramente sabemos cuándo realizamos el bien y cuando no, solo que somos bastantes ignorantes como para no llegar a sentirlo sobre nuestra propia carne. ¿Cuántas personas sufren por mi culpa, porque he actuado así o asá? ¿Cuánto sufrimiento ahorráramos si verdaderamente nos diéramos cuenta y evitáramos estos tan pequeños detalles? Es momento oportuno hermanos en el Señor pasar de la ley de la letra a la ley del Espíritu que solo función desde el amor, desde la ternura, desde la misericordia. Así habrá un mundo más fraterno y más universal.

Esta publicación la expongo más bien desde un encuentro y un conocimiento muy cercano de nuestra juventud en el siglo veinte uno. ¡Y cuanto me alegraría que  lo leyeran otros tantos! Una de las preguntas dirigidas a ellos era ¿qué es lo que se espera de ellos como personas jóvenes y cuál es su meta y su misión en este mundo que nos toca vivir? Muy abiertos, sencillos y sinceros expusieron sus pareceres. Respuestas de admirar de unos chavales de quince a veinte años. Pero también una inestabilidad y una cierta desconfianza en lo que hoy les podían ayudar a dirigir dignamente sus vidas.

Estamos desgraciadamente ante una sociedad que no quiere saber nada de quien dirige su vida, de DIOS.  Basta con escuchar estos partidos políticos que les estorba una cruz en el cole o un capellán que ayude a nuestros enfermos espiritualmente, una celebración Eucarística en la tele para nuestros mayores y así podía seguir la cola de impedimentos absurdos sin ningún fundamento. No queremos nada que nos interpele y día tras día nos ofrecemos a “vendas fáciles” que nos ofrecen el mundo mencionando algunos la droga, literatura negra, films de horror etc. Desgraciadamente, esto llama la atención de muchos jóvenes de nuestro tiempo y les hace caer en una miseria irremediable. Nos acostumbramos a horrores y nuestra conciencia se llena de toda clase de actuaciones barbáricas. El vacío en el corazón humano intenta acallar la voz divina que nos interpela, que nos interroga. Pero a la vez la vida cristiana sigue  teniendo raíces cada vez más profundas en medio de estos obstáculos. Cada día a nuestro lado hay personas que nos dejan sencillamente un testimonio de vida.

Me cuesta entender esos padres cristianos que siguen justificando la muerte espiritual que dan a sus hijos con esta justificación <<…qué elijan ello si quieren o no bautizarse  cuando sean grandes>>. Para mí es como si cerráramos la comida en la nevera para que el hijo decida comer o no cuando sea grande. Los Padres son y deben ser los primeros maestros e indicadores de sus hijos, son los faros puestos a lo alto bien encendidos para iluminar, un deber primordial  e inalienable. Oye, ¿si no educan a los hijos a una vida justa, a actuar con dignidad, para que puedan adquirir una orden de la voluntad deliberada, para que tengan unos valores dignos de ser, quién lo hará? ¿La sociedad en la que estamos? Por eso unos chavales de poca edad no muy distinta a nuestros jóvenes llegan a convertirse en una desgracia realizando obras trágicas.

Hoy a  mis treinta y tres años, me siento enormemente orgullosa de haber tenido delante de mí  y a mi lado unos padres con muy poco pero muy sabios, que supieron decir “NO” a lo que no era bueno y a felicitarme en lo BUENO, cosa que llevo hasta hoy grabado no solo en mi mente sino en lo más profundo de mi corazón. Me siento grandemente portadora de mucha  suerte por mis padres, que hoy a sus edades mayores les sigo admirando, unos padres que supieron no solo acoger el don de la procreación de sus hijos sino también la educación y la promoción espiritual que todos necesitábamos. ¡Qué más puedo admirar que aquel día bendito en el que me llevaron y me enseñaron la puerta de una Iglesia allí donde he descubierto lo más valioso de mi vida, el sentido de mi vida!  Me alegro también por mis cuatro hermanos que supieron  acoger con un corazón inmenso y sencillo  el tesoro escondido: a Cristo. Hoy son personas dignas de admirar, hombres y mujeres de mucho testimonio. <<Una enseñanza digna y valiosa es siempre una perla preciosamente incomparable  para los hijos>> decía mi madre.

¡Qué mucho puede ser el rol de los padres! Nuestra juventud hoy en día cae en muchas ofertas engañosas por falta de dirección y los padres siguen adquiriendo un protagonismo mayor en aconsejar, ayudar con un acercamiento sincero a los hijos a no caer en tantas trampas aparentemente divertidas, en un continuo desvirtuar de sus valores que constantemente los dejan confusos. Ante una pregunta estos chavales mayormente no recordaban haber tenido que sentarse con sus padres para hablar de corazón a corazón lo que viven, lo que experimentan, sus incertidumbres, sus dudas, sus deseos… Hay que enseñar a nuestros jóvenes que todo no da igual, que merecen una vida y un futuro feliz y plena pero que esta felicidad implica comprometerse. Habrá momentos de negarse a ciertas cosas y momentos de poner mucho hincapié en otras. Enseñarles discernir moralmente “con quien juntarse” porque los equipos también equivocan. ¡Ojo! no digo que marginen sino que sean capaces de discernir y tomar la vida en sus propias manos y también como buenos padres hablarles de Dios que es el que lleva las riendas de nuestras vidas. Que sepan que la sociedad les espera como buenas y formadas personas. Que vivan libre y responsablemente y que sean capaces de defender los que sufren a su lado, que denuncien la injusticia y las cadenas “esclavizantes”, sistemas manipulantes, infrahumanos… que como león rugiente buscan a quien devorar. Es hoy mismo cuanto hay que “desmascarar” tantas apariencias para que el día de mañana disfrutemos de la verdad y la justicia.
Enseñarles para que sepan que son la semilla que sigue brotando y creciendo en medio de un bosque inmenso pero atentos y con los ojos bien abiertos (NO PARA LO MALO, SINO A LO BUENO), con una esperanza firme lograran alcanzar la luz y convertirse en árboles frondosos donde podrá acobijarse otras personas. Que como padres no les preocupe solo sus estudios y conformarse con ello, hay otras cosas básicas, su ser como persona, su dignidad como personas. Hay muchos listos que no lo son tanto porque aquello que saben nunca dio paso al corazón donde reinan los sentimientos. También hay que educar a nuestros sentimientos.

Y pregunto, si no damos este tipo de educación a nuestros hijos, ¿qué podrán dar ellos al día de mañana? Si no les enseñamos a vivir la ley del espíritu y renunciar a vivir la ley de la carne arraigada en el egoísmo esta generación presente será una anilla más que sigue haciendo larga, penosa y fuerte un esquema mundial corrupto y enfermo…muerto.

No me avergüenzo de decir una cosa muy ignorada en la sociedad de hoy <<quien elimina a Dios en su vida camina en la procesión de su propia muerte>> y hoy nos vendría muy bien dirigirnos la pregunta de Jesus a sus discípulos y dejar que  Jesus nos pregunte: ¿Quién soy para ti?
Que Dios nos ilumine a todos para poder discernir lo que es voluntad suya y llevarla a acabo con fidelidad. Pidamos también por todos nuestros jóvenes para que no hagan oídos sordos  a sus padres primeros maestros y que abran su corazón a lo bello, a lo digno, a lo honrado, a lo bueno.

Que Dios nos bendiga a tod@s.

Hna. Catalina Mª Inmaculada



viernes, 11 de agosto de 2017



MIS HERMANAS 

CONVERSANDO CON CLARA

 DE ASIS

Después de reflexionar qué podía

 escribir para Santa Clara, se me

 ocurrió hablar con Clara en 

persona, cuyo Espíritu habita en

 las hermanas que vivimos esta

 Forma  de Vida, y aquí os

 dejo este regalo.





1. Hermana Clara ¿Cuál fue tu primera experiencia  cuando entraste en el monasterio de S. Damián?


Mi primera experiencia y acierto fue abandonarme en los brazos del Señor, ya que era lo que yo buscaba y deseaba: la libertad de servir al Señor en pobreza, desprecio del mundo…Él fue mi guía, puesto que aquello era obra Suya, que sin Él no podría nada. Él fue siempre el que alimentaba y protegía aquel pequeño rebaño que había puesto en mis manos. Es de apreciar también el gran apoyo recibido de la columna y sostén nuestra, el hermano Francisco, al que el mismo Señor lo utilizó como mi inspirador fiel y fiable, un instrumento puesto a nuestro lado para que juntos con el mismo espíritu y proyecto de vida pudiéramos caminar cada día de bien a mejor. Él viendo nuestra entrega total nos describió brevemente una “Forma de Vida” donde nos propuso una vida religiosa conforme al Evangelio y de la cual vivimos e hicimos nuestra fielmente. También con  aquella primera fraternidad de Francisco tuvimos una relación intensa y profunda, ellos predicando por el mundo y nosotras viviendo el Evangelio en pobreza y fraternidad. Abandonarse en el Señor y acoger con un corazón noble a sus mensajeros.

2.     Hoy hay un poco de confusión y desanimo en nuestra forma de vida, ¿Qué nos dirías tu madre?

Habría que ver qué fue lo que poco a poco, lo fue originando…porque son cosas que realmente suceden poco a poco, cuando buscamos quizá bajar el listón del Evangelio y queremos menos exigencia, menos compromiso y menos responsabilidad…O queremos cambiar o mezclar otras espiritualidades y carismas, existentes o inventadas por vosotras mismas.

Confusión- se confunde  quien vive, o quien quiere vivir otra vida y mezcla…y al final no sabe ya cuál es la suya, se pierde…
Se confunde quien se va tras otras formas de vida, que suenan muy buenas y santas, pero no es la suya.
Se confunde quien se deja guiar por alguien que no conoce nuestro Carisma, nuestra forma de vida dejándose llevar por la reputación o buena fama de dichas personas.
Lo nuestro hermanas, es tan claro, sencillo, humilde, sin ruido…que no cabe la confusión. Y si hay confusión es porque nos estamos yendo por otro camino, quizá queriendo hacerlo “nuevo”, a nuestra conveniencia y comodidad; y eso ni es Carisma, ni es Espiritualidad, ni es Evangelio…

Desanimo- es otra palabra que me cuesta entender dentro de la Carisma que hemos recibido.
Sois vosotras las que os toca vivir este tiempo con creatividad, con dinamismo, en movimiento constante; porque el agua que no se mueve, que no corre, se pudre.
Si aparece eso que llamamos desanimo, también os tenéis unas  a otras para inyectaros fortaleza, ilusión, alegría etc. No vivan solas, el Señor os ha dado hermanas.

También es verdad que la fragilidad humana está presente, que los años y la enfermedad están, pero os digo, que ni esto les puede apartar del camino emprendido, ni desanimaros;  simplemente es una invitación a vivir el Evangelio desde la verdad y la realidad personal de cada cual cuando la fuerza te fallan y la salud se ausenta.
Mirad, una hermana sana y fuerte, da su “todo”, en esos momentos de vida y una hermana mayor y enferma, también da su “todo” de otra manera.

Haced del Señor vuestro centro, vuestra respuesta para que se disipe la confusión y fomentad más la comunicación y dialogo entre vosotras.

¿Cómo andáis en esas relaciones fraternas?
Saber decir; gracias y perdón
¿Cuidáis las pequeñas detalles?

¡Volved al Señor, volved a vuestra fuente, renovaos, levantaos, se acerca, ya está aquí vuestra liberación!

Ánimo hermanas Carísimas, camino a tu lado, estoy aquí…

3.     ¿Tú crees que estamos viviendo esta forma de vida como el Señor te inspiró?
En cuanto a lo externo como el hábito, las penitencias, dormir en un colchón de sarmientos etc.  No lo estamos viviendo; pero en cuanto al espíritu como el desapego de las cosas materiales, el vivir con alegría lo que quiere la vida en fraternidad, la vida de oración etc. si loe estamos viviendo y esto para mi es lo principal.

4.     ¿Qué hacías para atraer a tantas jóvenes a S. Damián? ¿Cuál era tu vocacional pastoral?   

Mi vocación  pastoral fue el Santo Evangelio, encontrarme con el libro de la Vida y hacerla vida en mí. De ella saciaba mi sed, me fortalecía cada día y cada instante.  Al principio pensé que aquello era bastante difícil para otras hermanas, pero mi gozo y mi alegría se aumentaban cada día al ver cómo poco a poco la mano de Dios me acercaba más compañeras. Y cada día que pasaba y aumentaba el número de hermanas fue descubriendo que el  lenguaje de Dios es vivencia, es conocimiento, es el comportamiento coherente con la forma de vida que elegimos vivir como ofrenda pura e intachable a Dios. Que solo dando testimonio, se puede hablar de Dios y entonces con mucha entrega y fidelidad viví  la propia vida un reflejo de Dios.

Oír Su palabra, contemplarla en cada cosa y cada instante, hacerla mía,  hacerla vida. Hermana mía muy amada, solo y solo desde una profunda experiencia de Dios se puede predicar el Evangelio. Mi vocación pastoral fue vivir desde la ermita de S. Damián abrazando la vida Evangélica con una actitud que la aprendí tanto de mi sostén y columna nuestro Padre San Francisco y que lo tomé muy a pecho como por la inspiración divina, siempre disponible a cumplir su santa voluntad y nunca la mía propia: Era y sigue siendo muy importante  la actitud de la fraternidad universal que aspira que todos los hombres vivan el don del amor. Esa fraternidad que no conoce barreras, desde la entrega generosa y desde una acogida mutua, cercana, comprensiva, desde el perdón y desde un reconocimiento del otro y de la potra como el rostro viviente del Dios mismo.

5.     Hermana Clara ¿qué opinas tú de la vocación tardía? ¿qué te parece?

Dios llama a cada alma cuando cree conveniente. La vocación es siempre un conocimiento maravilloso y una entrega total a Aquel que nos ha llamado para vivir su palabra, para vivir el Evangelio y da testimonio de Él. Él es el tesoro escondido, por eso se deja todo para encontrar al TODO, que es el TESORO.

6.     ¿Cómo extender hoy el Reino de Dios, cómo Evangelizar – como respuesta a nuestra sociedad, en sus vacíos, sus sin sentido, su en-saciedad de valores…todo del amor?

Pues yo seguiría con los ojos fijos en Jesús, porque desde El encontraría la respuesta. Pienso que actualmente la manera de evangelizar es primero humanizando, es decir desde nuestras fraternidades dar ejemplo de que nuestras relaciones son humanas, llenas de cariño de ternura y cercanía; y  mirando hacia a fuera mirando a las personas que puedan acercarse a nosotras les  ayudaría darse cuenta de lo valiosos que son como personas y de la capacidad que tiene dentro para amar, porque creo que  lo que está salvando al mundo y lo seguirá salvando es el amor, así como conclusión tanto desde dentro como desde fuera:
 Dar a todos el amor que yo recibo del Señor y que se ha manifestado a lo largo no solo de mi vida sino de todas las hermanas que han pasado por esta forma de vida.

7.     Cuando muchos hermanos, seguidores de tu sostén Francisco empezaron a abandonar la Orden, ¿Cuál fue tu actitud como hermana pobre que se sentía como miembro de la misma Orden?

El Señor me concedió la gracia de permanecer fiel a lo que Francisco intuyo que era el camino que el Espíritu quería para nosotros, y yo permanecía afianzada en esto, e incluso con más fortaleza, sabía que la intuición de Francisco era del Señor y que yo obedecía al Señor siguiendo a Francisco, por eso me mantuve cercana a todos los hermanos y traté de ser espejo y ejemplo para ellos, es verdad que algunos no entendieron, pero también es verdad que los que sí lo entendieron siguieron extendiendo el carisma, y fijaos que aún hoy en día se sigue viviendo.
Sí creo que la mejor manera es vivir aquello en lo que creemos y en los que tantos hermanos y hermanas han sido fieles y así dejaremos a los demás un noble ejemplo con poquísimo esfuerzo, porque nosotros hacemos poco comparado con lo que el Señor hace con nuestra colaboración.

8.     Tú fuiste la mujer fuerte. Te enfrentaste con el papa para conseguir el deseo que querías para vivir tu seguimiento (el privilegio de la Pobreza y tu Regla). ¿Qué dirías hoy a la mujer cristiana consagrada que como en tu época sigue experimentando las mismas limitaciones dentro de la iglesia y en la sociedad? ¿Cuál es su rol en la construcción eclesial y social?

Carísima hermana, antes que nada, quiero felicitarte por confrontarte sobre nuestra Forma de vida y por venir a mí, tu hermana y tu sierva.
Es verdad, para mí, hna. Clara, no fue fácil defender y luchar tanto por el Privilegio de la pobreza como por la Regla de nuestra vida; cosa que en mí tiempo, todas la evitaban, o simplemente no elegían…

Yo, mujer, que en mi tiempo poco se le valoraba y tenían en cuenta, estaba convencida de lo que el Padre de las  misericordias me regalaba para vivir, <<te invito hermana a que te mantengas firme y fiel a la vocación recibida del Dador de todo bien. Si tú estás convencida a lo que has sido llamada a vivir, convencerás. Trabaja con ahínco noche y día. Este tesoro lo llevamos en vasijas de barro para que se vea que todo es don y gracia de Dios. Lo que convence es el testimonio de vida. <<Tu vive el Evangelio>> y lo demás vendrá por añadidura. ¡Vive! Con alegría el carisma que el Espíritu Santo nos ha regalado. No te apartes del camino empezado por consejo de nadie.

Para mí fue una gozada, una delicia vivir bajo la mirada de mi Padre de las misericordias, el Santo Evangelio, en pobreza, en fraternidad, en un continuo canto de alabanza. Sí, fue una gozada, con todo lo que conlleva una vida de fraternidad en comunidad. Lo importante siempre prevalecía y prevalece.
Para una buena construcción es necesario poner buenos cimientos, hondos, profundos…

Os repito quiero que se identifiquen con su propio Carisma y lo vivan, y no de cualquier manera, ya está construyendo y aportando luz a la iglesia y a la sociedad. Sed abiertos y acogedoras con todos, no juzguéis a nadie aunque su pecado sea evidente. No podéis dar lo mismo que la corriente da…

Que las que se acerquen a vosotras se lleven al Señor y su bendición.
Cuidad vuestra pobreza interior….

9.     Hermana Clara ¿cómo vivirías hoy la clausura? ¿la elegirías para vivir tu Carisma?

La Clausura no es un fin sino un medio que facilita la vivencia de la vida consagrada que comenzó en la antigüedad con la forma de vida  de monacato desde  los primeros siglos, en la cual el consagrado se separaba del mundo para dedicarse solo a Dios en lo llamado “fuga mundi”. Después la iglesia  la aplicó para las mujeres que querían vivir la vida religiosa porque en aquellas entonces no había otra forma de vida sino la vida contemplativa. Era también un modo de proteger a la mujer, que en la sociedad medieval vivía  protegida frente a la inmoralidad social de la época, las guerras, cruzadas…etc.

Por otra parte la clausura para mí no era impedimento  alguno  sino un medio como lo he dicho antes, de vivir la VC, un modo de relacionarse con el Señor libremente en el aposento del alma.

Hoy en día, si tuviera que elegir la clausura en el Carisma franciscana, no me importaría mucho porque nuestra Carisma  tiene sus pillares en  la fraternidad, la oración, la pobreza –minoridad. Ahora, la iglesia puso la clausura para toda la VC pero cada  congregación o institución tiene su  forma de vivirla distinta a la otra. No nos podemos  meter en el mismo saco. Cada Carisma es  único y distinto y cada fundador  tiene su manera de vivirlo según la misión de cada.

Los tiempos han cambiado. Antes, en el Carisma franciscana  había hermanos que eran limosneros, que proveían a las hermanas  con las limosnas  pero hoy las hermanas tienen que  proveerse ellas mismas con el trabajo de sus manos. Necesitan también  ir al médico cuando enfermas, no como antes que los médicos  venían a los monasterios, tienen que ir al arreglo de documentos, comprar… por eso tienen que salir de clausura  aunque esto no quiere decir que  rompe la clausura. La  clausura no significa “encerramiento” sino es un llamamiento a la solidaridad, cercanía a los que nos acercan para compartir sus vidas,  dificultades, buscando  alivio, consejo, buscando al Señor.

10.       ¿Madre Clara que crees tú que le sobra o le falta a tus hijas para que podamos vivir más unidas a Cristo tu ideal por el que tu luchaste hasta el último momento de tu vida?

Creo que  hay que vivir de la Palabra, que el Evangelio penetre poco a poco en vuestro corazón, para hacer vida vuestra fe en Jesús, así como es fundamental el vivir ese silencio que os ayuda a mantener el espíritu de oración y devoción al cual deben servir todas las cosas, silencio de escucha para percibir al Señor en las hermanas, en los acontecimientos de nuestra vida y en nuestro propio corazón, vivir discerniendo la voluntad del Señor y preguntarle cómo nos enseñaba Francisco : “Señor que quieres que haga” para poder ser fieles   a aquello que prometimos al Señor el día que nos entregamos a su servicio en una vida en obediencia en desapropio y en castidad, así creceremos cada día fundamentadas en el Señor y no en los bienes de este mundo, porque hemos entregada la vida para ganar el ciento por uno  que el Señor nos regala.

11.  Hermana Clara ¿Quién fue personalmente Francisco de Asís para ti y para tus hermanas? ¿Qué dirías hoy respecto a ello?

Carísima hermana, no tendría bastantes palabras para describir quien fue y debe seguir siendo este santo varón para mí y para mis muy amadas hermanas e hijas. Lo pienso y la verdad me faltan palabras. Más qué diré, al encontrarme con Francisco fue el don de mi vida. Dios sabe lo que realmente necesitamos para llevar a cabo su obra. Es verdad y siempre será  así que la llamada es de Dios, dador de todo bien pero también Él utiliza sus propios instrumentos para que  atentos a Él y a través  de ellos podamos realizar plenamente su proyecto en nosotros. Y, qué bonito y qué precioso encontrarse con quien posee tu misma alma, ese otro que será  el alma gemela para que apoyándose mutuamente y con un mismo deseo y espíritu se pueda llegar juntos a la meta que no fue nunca otra que acercarse cada vez más al Señor. Fue una relación de mucha calidad tanto en lo humano como en lo espiritual.

De aquella alma nos manaba la gracia de Dios. Un santo varón que siempre nos indicó cómo caminó hacia delante, diría yo,  viendo nuestro deseo y nuestra determinación, no dudó nunca en llevarnos hacia Dios.

Me sentía confirmada en este camino cuando él nos decía que cuidaría de nosotras con esas palabras <<…quiero y prometo, por mí mismo y por medio de mis hermanos, tener siempre de vosotras, lo mismo que de ellos, diligente cuidado y especial solicitud».

Hermana, para mí es una gran pena que en lo que llaman la autonomía haya un casi total aislamiento dejando por los suelos este bello y maravilloso don de la reciprocidad entre la primera y la segunda Orden.  A Francisco tampoco lo percibo caminando por otro camino distinto que el que él trazó y cumplió fielmente. Creo que para mí la promesa de Francisco no es sino una unión de hermanos y hermanas con un mismo proyecto de vida.  Que se sirvan de estímulo y de aliento tanto unos para los otros, que estén presentes en tiempos de dificultad y de alegría, en un compartir fraterno y espiritual.

Paz y bien hermanos todos, y,  Feliz Solemnidad de nuestra Madre y Hermana Clara, sierva indigna de Cristo.

Hna. Catalina Mª Inmaculada  Ohp



miércoles, 2 de agosto de 2017

DE NUESTRA SEÑORA DE LOS ÁNGELES


DÍA DE NUESTRA SEÑORA DE LOS ÁNGELES

Historia de la Porciúncula

A 5 km de Asís, Italia, en el valle, se encuentra Santa María de los Ángeles, hermosa basílica construida sobre LA PORCIÚNCULA

La pequeña capilla de la Porciúncula fue donde San Francisco fundó la Orden de los Frailes Menores en el 1209, confiándola a la protección de la Virgen Madre de Cristo, a quien le ha sido dedicada la iglesia.
Recibió de los Benedictinos la capilla para hacerlos centro de su comunidad.

  •       Aquí vivió San Francisco con sus primeros hermanos.


  •          El 28 de marzo de 1211 Clara de Favarone de Offreduccio, recibió aquí el hábito religioso de manos de San Francisco, dando inicio a la Orden de las Hermanas pobres de Santa Clara, (Clarisas).


  •          En el 1216, en una visión, Francisco obtuvo de mismo Jesús la indulgencia conocida como "la indulgencia de al Porciúncula" o "el Perdón de Asís", la cual fue aprobada por el papa Honorio III.


  • ·         Aquí san Francisco reunía cada año a sus frailes en los capítulos (reuniones generales).
  • ·         Aquí murió san Francisco.



Entre las reliquias que se encuentran en Santa María de los Ángeles
- el cordón de San Francisco,
-la estatua del santo con las palomas que siempre allí anidan,
-las rosas sin espinas fruto del milagro cuando el santo se tiró sobre ellas para rechazar una tentación,
- la capilla de las lágrimas donde San Francisco rezaba por la Pasión de Cristo y por los pecadores...


Condiciones para obtener la indulgencia

El Perdón de Asís se puede obtener para uno mismo o por los difuntos. Las condiciones son las prescritas para las indulgencias plenarias.

1) Visita al Santuario con la recitación de un Padrenuestro y un Credo
2) Confesión sacramental y Santa Comunión
3) Rezar según las intenciones del Sumo Pontífice.

-          Los peregrinos pueden obtener la indulgencia todos los días del año. 

INDULGENCIA DE LA PORCIÚNCULA  por Luis de Sarasola,  o.f.m.

Para llevar a pronta ejecución la cruzada de Tierra Santa, el más encendido anhelo de su vida y una de las decisiones del Concilio IV de Letrán, Inocencio III emprendió un viaje a la Alta Italia, a fin de arreglar personalmente las contiendas que dividían a las dos potentes ciudades marítimas, Génova y Pisa. Llegó a fines de mayo a Perusa, y aquí sucumbió el 16 de julio de 1216, a los cincuenta y seis años de edad. Eccleston asegura que Francisco se halló presente a la muerte de Inocencio.

Por entonces, 1 de agosto, prima die Kalendarum Augusti, fija fray Benito de Arezzo la concesión de la celebérrima Indulgencia de la Porciúncula. Nos ocupamos más adelante de las controversias sobre la historicidad de este suceso. Por encima de todas las divergencias, dos aspectos esenciales de la cuestión quedan firmemente indiscutidos:

1. ° El gran perdón de las almas se concentra, como en un hogar celeste de misericordia y refugio, en la ermita de Santa María de la Porciúncula, cuna de la Orden Franciscana.

2. ° Todo el amor de San Francisco a sus hermanos los hombres tiembla de emoción y ansias ardorosas en el relato de la concesión de la Indulgencia. Será o no será rigurosamente histórico el relato material; su plenitud de sentido moral y religioso es rigurosamente histórica y exacta. Como ocurre muchas veces, el mito o la leyenda es aquí más significativa y verdadera que la misma historia. He aquí el núcleo del relato:


«Estando el bienaventurado Francisco en Santa María de la Porciúncula, le fue revelado del Señor que se acercase al Sumo Pontífice Honorio III, que entonces se hallaba en Perusa, a fin de impetrar de él la indulgencia para la dicha iglesia de Santa María que había reconstruido. El papa Honorio permaneció en Perusa hasta el 12 de agosto. Levantándose Francisco de mañana, llamó a su compañero fray Masseo de Marignano, se presentó con él al dicho señor Honorio y le dijo:

-- Santo Padre, hace poco reparé para Vos una iglesia en honor de la Virgen, madre de Cristo; suplico a Vuestra Santidad que pongáis allá indulgencia sin ofertas.

Le respondió que convenientemente no podía hacerse esto, pues el que pide indulgencia, menester es que la merezca aportando ayuda:

-- Pero indícame cuántos años quieres y qué indulgencia deseas se ponga allá.

A lo que respondió San Francisco:

-- Santo Padre, plegue a Vuestra Santidad darme no años, sino almas.

Y el señor Papa le dijo:

-- ¿Cómo quieres las almas?

El bienaventurado Francisco respondió:

-- Santo Padre, si a Vuestra Santidad le agrada, quiero que cualquiera que venga a esta iglesia confesado y contrito y absuelto como conviene por el sacerdote, quede libre de pena y de culpa en el cielo y en la tierra desde el día del bautismo hasta el día y la hora que entró en esta dicha iglesia.

El señor Papa le respondió:

-- Mucho pides, Francisco, pues no es costumbre de la Curia romana conceder tal indulgencia.

El bienaventurado Francisco le replicó:

-- Señor, no lo pido de mí; lo pido de parte del que me envió, el Señor Jesucristo.

Entonces el señor Papa exclamó tres veces:

-- Pláceme que la tengas.

Los señores cardenales que estaban presentes respondieron:

-- Mirad, señor, que si a éste le concedéis tal indulgencia, destruís la indulgencia de Ultramar, y se reduce a la nada y por nada será tenida la indulgencia de los apóstoles Pedro y Pablo.

Respondió el señor Papa:

-- La hemos dado y concedido, y no es conveniente revocar lo hecho. Pero la modificaremos fijándola en un solo día natural.

Llamó entonces a San Francisco y le dijo:

-- ¡Ea!, concedemos desde ahora que cualquiera que viniere y entrare en dicha iglesia bien confesado y contrito, quede absuelto de pena y de culpa, y queremos que esto sea valedero perpetuamente todos los años, solamente por un día natural, desde las primeras vísperas del día hasta las vísperas del día siguiente.

Entonces Francisco, después de inclinar con reverencia la cabeza, comenzó a salir del palacio. Viendo el Papa que se iba, le llamó y le dijo:

-- O simplicione! ¿Adónde vas? ¿Qué garantías llevas tú de la indulgencia?

Y el bienaventurado Francisco respondió:

-- Me basta vuestra palabra. Si es obra de Dios, Él mismo la manifestará. No quiero otro instrumento, sino que la bienaventurada Virgen María sea la carta, Cristo el notario y testigos los ángeles.

Él tornó de Perusa hacia Asís, y llegando a medio camino, al lugar que se llama Collestrada, donde había hospital de leprosos, descansando un poco con su compañero, se durmió. Despertóse, y después de la oración llamó al compañero y le dijo:


-- Fray Masseo, dígote de parte de Dios que la indulgencia que me ha concedido el sumo Pontífice ha sido confirmada en los cielos» (Diploma del obispo Teobaldo).