domingo, 4 de junio de 2017

SOLEMNIDAD DE PENTECOSTES



<<LA HORA DE LA PLENITUD>>
Esta es la alegría que compartimos en la Iglesia Universal,  hoy el mismo Dios se nos da, el Espíritu del Padre hoy llena toda la tierra, el Don de los dones. Hoy llega a su cumplimiento la promesa del Padre, la promesa del Espíritu Santo. Es la hora de la plenitud, la hora en la que el Espíritu de Dios asumiendo el aspecto de lenguas de fuego se derrama en nuestros corazones, en el corazón de la Iglesia, la Esposa bella del Esposo Eterno. Es la Hora en el que el Don de Dios aletea sobre la tierra como en la creación para todo el que lo espera.

Hoy como el primer Pentecostés, el Espíritu de Dios  derramado sobre nosotros  debe sacudir nuestros corazones. Aquellos discípulos encerrados por miedo, al impulso del Espíritu Santo perdieron todo miedo y la incertidumbre que cargaban sobre sus corazones, abrieron las puertas y empezaron a enseñar en distintas lenguas.

Pero, ¿qué les pasa a estos galileos tan temprano? Se preguntaban unos y otros cuando los escuchaban. ¿Están borrachos? No, es la embriaguez del Espíritu Santo que envuelven sus corazones débiles y frágiles. Todos hablan de las maravillas de Dios,  << JESÚS ES EL SEÑOR>> y ¡todos se entienden!

¿Qué pasó? Aquellos discípulos se abrieron de par al par a este Don divino. Dice San Agustín en sus confesiones << Lo que Babel dispersa, la Iglesia lo recoge. La única lengua se divide en muchas: no te maravilles, esto lo ha hecho la soberbia. Muchas lenguas llegan a ser una: no te maravilles, esto lo ha hecho el amor>>. El Espíritu Santo une nunca divide. Es curioso, no hablan la misma lengua. Gente de Galilea, Mesopotamia, Capadocia etc. ¡todos lo entienden! El Espíritu Santo no viene con el mismo corte, ¡NO!, Él nos traerá la Unidad, pero nunca la Uniformidad. Viene a cada uno para darse, para entregarse, por eso nuestro labios unánimes y a una con los coros celestiales  proclaman << Dios mío qué grande eres>>.

Aquel cenáculo de aquellos hombres y mujeres asustados, se convierte en una hoguera que estalla con sus llamas de fuego, se miran todos apasionados por el Señor y salen a predicar por el mundo entero. Ya no habrá más miedo, ni temor porque a partir de este momento este será el manantial que saciará su sed, el aliento que les empujará a predicar a Jesucristo, liberados del miedo y de las cadenas de la comodidad, saldrán como héroes a todas las naciones, como profetas que anuncian la verdad. Como testigos oculares que anuncian con valentía lo que han contemplado sus ojos y tocado sus manos.

 Su tarea y misión se clarifica <<TESTIGOS DE LA VERDAD, JESÚS ES EL SEÑOR>>.

Hoy es difícil pero no imposible anunciar esta gran VERDAD, que << JESÚS ES EL SEÑOR>>, igual que los primeros discípulos que se convirtieron en mártires de la VERDAD. Ahí los tenemos casi todos los Apóstoles mártires. ¿Por qué? Porque si alguien es testigo de la verdad, se  convierte inmediatamente en mártir de esa verdad. La iglesia desde sus comienzos ha sido motivo de persecución, ¡cuántos cristianos han muerto y siguen muriendo cada día por creer y confesar  que <<JESUS ES EL SEÑOR>>! Pero aun así está aquí nuestra alegría: poder confesar <<QUE JESUS ES EL SEÑOR>> y en Él vivimos, nos movemos y existimos.

Que caminemos hermanos reconociendo a Cristo como nuestra fuente y nuestra meta. Porque cuando Dios retira su aliento todo hermanos míos, todo se convierte en polvo.

El Espíritu Santo aletea sobre cada uno y Jesús hoy vuelve a exhalar sobre nuestros corazones frágiles con su fuerza resucitadora. Digamos pues confiados:

¡Ven Espíritu Santo, ven amigo,
ven y llénanos con tu fuerza para anunciar que <<JESUS ES EL SEÑOR>>!
¡Ven y llénanos con tu sabiduría para vivir la vida de Jesus.
Ven e infúndenos el entendimiento para escrutar las profundidades del pensamiento de Dios y de su designio de salvación.
Ven y ayúdanos a tomar opciones según la lógica de Jesús y su Evangelio.
 Ven a sostener nuestra debilidad.
Ven y ayúdanos a captar a través de la creación la grandeza y el amor de Dios.
Ven y sana nuestro vínculo con Dios y con los hermanos.
Ven y recuérdanos cuán pequeños somos ante Dios y su amor para así abandonarnos con humildad y confianza en sus manos!.
¡Ven Espíritu Santo Ven!.
Paz y bien y Felices Fiestas de Pentecostés a todos y a todas.
                                                                        

   Hna. Catalina Mª Inmaculada

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