<<LA HORA
DE LA PLENITUD>>
Esta es la alegría que
compartimos en la Iglesia Universal, hoy
el mismo Dios se nos da, el Espíritu del Padre hoy llena toda la tierra, el Don
de los dones. Hoy llega a su cumplimiento la promesa del Padre, la promesa del
Espíritu Santo. Es la hora de la plenitud, la hora en la que el Espíritu de
Dios asumiendo el aspecto de lenguas de fuego se derrama en nuestros corazones,
en el corazón de la Iglesia, la Esposa bella del Esposo Eterno. Es la Hora en
el que el Don de Dios aletea sobre la tierra como en la creación para todo el
que lo espera.
Hoy como el primer Pentecostés,
el Espíritu de Dios derramado sobre
nosotros debe sacudir nuestros
corazones. Aquellos discípulos encerrados por miedo, al impulso del Espíritu
Santo perdieron todo miedo y la incertidumbre que cargaban sobre sus corazones,
abrieron las puertas y empezaron a enseñar en distintas lenguas.
Pero, ¿qué les pasa a estos
galileos tan temprano? Se preguntaban unos y otros cuando los escuchaban.
¿Están borrachos? No, es la embriaguez del Espíritu Santo que envuelven sus
corazones débiles y frágiles. Todos hablan de las maravillas de Dios, << JESÚS ES EL SEÑOR>> y ¡todos
se entienden!
¿Qué pasó? Aquellos discípulos se
abrieron de par al par a este Don divino. Dice San Agustín en sus confesiones
<< Lo que Babel dispersa, la Iglesia lo recoge. La única lengua se divide
en muchas: no te maravilles, esto lo ha hecho la soberbia. Muchas lenguas llegan
a ser una: no te maravilles, esto lo ha hecho el amor>>. El Espíritu
Santo une nunca divide. Es curioso, no hablan la misma lengua. Gente de
Galilea, Mesopotamia, Capadocia etc. ¡todos lo entienden! El Espíritu Santo no
viene con el mismo corte, ¡NO!, Él nos traerá la Unidad, pero nunca la Uniformidad.
Viene a cada uno para darse, para entregarse, por eso nuestro labios unánimes y
a una con los coros celestiales
proclaman << Dios mío qué grande eres>>.
Aquel cenáculo de aquellos
hombres y mujeres asustados, se convierte en una hoguera que estalla con sus
llamas de fuego, se miran todos apasionados por el Señor y salen a predicar por
el mundo entero. Ya no habrá más miedo, ni temor porque a partir de este
momento este será el manantial que saciará su sed, el aliento que les empujará
a predicar a Jesucristo, liberados del miedo y de las cadenas de la comodidad,
saldrán como héroes a todas las naciones, como profetas que anuncian la verdad.
Como testigos oculares que anuncian con valentía lo que han contemplado sus
ojos y tocado sus manos.
Su tarea y misión se clarifica
<<TESTIGOS DE LA VERDAD, JESÚS ES EL SEÑOR>>.
Hoy es difícil pero no imposible anunciar
esta gran VERDAD, que << JESÚS ES EL SEÑOR>>, igual que los
primeros discípulos que se convirtieron en mártires de la VERDAD. Ahí los
tenemos casi todos los Apóstoles mártires. ¿Por qué? Porque si alguien es
testigo de la verdad, se convierte
inmediatamente en mártir de esa verdad. La iglesia desde sus comienzos ha sido
motivo de persecución, ¡cuántos cristianos han muerto y siguen muriendo cada
día por creer y confesar que
<<JESUS ES EL SEÑOR>>! Pero aun así está aquí nuestra alegría:
poder confesar <<QUE JESUS ES EL SEÑOR>> y en Él vivimos, nos movemos
y existimos.
Que caminemos hermanos
reconociendo a Cristo como nuestra fuente y nuestra meta. Porque cuando Dios
retira su aliento todo hermanos míos, todo se convierte en polvo.
El Espíritu Santo aletea sobre
cada uno y Jesús hoy vuelve a exhalar sobre nuestros corazones frágiles con su
fuerza resucitadora. Digamos pues confiados:
¡Ven Espíritu Santo, ven amigo,
ven y llénanos con tu fuerza para anunciar
que <<JESUS ES EL SEÑOR>>!
¡Ven y llénanos con tu sabiduría para
vivir la vida de Jesus.
Ven e infúndenos el entendimiento para
escrutar las profundidades del pensamiento de Dios y de su designio de
salvación.
Ven y ayúdanos a tomar opciones según la
lógica de Jesús y su Evangelio.
Ven a sostener nuestra debilidad.
Ven y ayúdanos a captar a través de la creación
la grandeza y el amor de Dios.
Ven y sana nuestro vínculo con Dios y con
los hermanos.
Ven y recuérdanos cuán pequeños somos
ante Dios y su amor para así abandonarnos con humildad y confianza en sus manos!.
¡Ven
Espíritu Santo Ven!.
Paz y bien y Felices Fiestas de
Pentecostés a todos y a todas.
Hna. Catalina Mª Inmaculada
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