LA ASCENSIÓN DEL SEÑOR
Nos encontramos ante un misterio
de Cristo que en su tiempo dio mucha bulla por su peculiaridad, no perceptible
por los sentidos humanos pero un hecho cierto y real. El misterio de la
<< la subida visible de Cristo a los cielos>> cuarenta días después
de su Resurrección delante de sus apóstoles. Un hecho que recogen varios
escritos de la Sagrada Escritura. Los Evangelios Sinópticos nos ofrecen unos
detalles, no menos importantes e interesantes que en los Hechos de los apóstoles, los cuales nos
dan una descripción con más detalles de esta subida visible e innegable.
Me interesa enormemente
recoger unos detalles, por ejemplo;
-Lc
24: 50-53 nos dice, << Después
los condujo fuer hasta las inmediaciones de Betania y, levantando las manos,
los bendijo. Mientras los bendecía, se separó de ellos y se lo llevaron al
cielo. Ellos se postraron ante él y se volvieron a Jerusalén llenos de alegría.
Y estaban continuamente en el templo bendiciendo a Dios>>. (Betania está en las proximidades del monte
de olivo, ¿allí pudo ser la Ascensión?)
-Mc
16: 19 se limita a decirnos que << Entonces, el Señor Jesús, después de hablar con ellos,
fue recibido en el cielo y se sentó a la diestra de Dios>>.
-Hch
1: 9-12 << Y habiendo dicho estas cosas, viéndolo ellos, fue alzado,
y le recibió una nube que le ocultó de sus ojos. Y estando ellos con los ojos
puestos en el cielo, entre tanto que él se iba, he aquí se pusieron junto a
ellos dos varones con vestiduras blancas, los cuales también les dijeron: Varones
galileos, ¿por qué estáis mirando al cielo? Este mismo Jesús, que ha sido
tomado de vosotros al cielo, así vendrá como le habéis visto ir al cielo>>. ¿En el
Monte de olivos?
Otros
Escritos que hacen referencia a este hecho serán:
-Efesios 4: 8-10/ 1 Tim 3: 16/ Jn 6:
62, 20: 17 etc.
Actualmente en el Monte de Olivos se
encuentra la capilla de la Ascensión.
También el número cuarenta tiene su peculiaridad en las Sagradas Escrituras. Por ejemplo:
-Cuarenta los años que el
pueblo de Israel atravesó el desierto antes y después de su infidelidad,
momento de gran prueba y maduración de la fe
-Son cuarenta días los que
Jesús pasa en el desierto después del Bautismo por Juan y es tentación por
Satanás. Tiempo de prueba y maduración.
-Hay cuarenta días después
de la Resurrección y Jesús después de haber manifestado varias veces a sus
apóstoles, les muestra ahora aquella última aparición de su vida terrestre.
-Así mismo, cuarenta son las
semanas que el niño pasa en el seno materno, tiempo de maduración de un nuevo
nacimiento
En este tiempo ¿será el
tiempo de un nuevo nacimiento? ¿Tiempo de una maduración espiritual acerca de
nuestra fe cristiana? Si así fue para los Apóstoles, para nosotros los
creyentes mucho más.
Muchos de los escritos del
Nuevo Testamento nos hablan de la exaltación
de Cristo junto a su Padre después de su Resurrección, gozando de la plenitud
celestial, sentado a la diestra de Dios en la gloria y desde allí ha de venir
en la Parusía. Unen la Resurrección con la Ascensión del Señor tal vez aferrándose
a aquella conversación de Jesús con la primera apóstol, Mª Magdalena en el
domingo de la Resurrección << No me toques porque todavía no he subido al
Padre>>. Esto lo recogen las siguientes citas: 1Jn 2,1; Mc 14, 62; Rom 8,
34; 1 Tes 1,10 4,16; Col 3,4 etc.
La visión lucana a su vez nos
muestra a Jesús que se presenta a los suyos y lo reconocen varias veces antes
de su Ascensión definitiva, esto es la manifestación visible de Cristo a los
cielos. Lucas nos habla de Jesús que aparece a los discípulos reunidos en
ausencia y presencia de Judas, también a
los dos entristecidos y desanimados rumbo a Emaús, aparece al lado del lago y comparte el
pescado asado con sus discípulos. En esta manifestación definitiva a la que se
refiere Lucas nos dice que <<Jesús sacó a los discípulos hacia Betania
lugar de la subida a los cielos>>. Así lo atestiguan otros Escritos: Jn 20, 14-16,
28/ Jn 21,1-23/ Hech 9, 3-6 etc
El Evangelio de Mateo que
seguimos en este Año A, nos habla de que <<los discípulos van a Galilea al monte que Jesús les había indicado y les
hace el envío Universal>>. Este Evangelio también concuerda con el
anuncio de la primera apóstol, María Magdalena en la mañana de la Resurrección
cuando Jesús pide que dijera a sus discípulos que vayan a Galilea y allí lo
verán.
Fuera cual fuere la versión
ninguna niega la otra y las dos se complementan mutuamente.
Esta última ida de Cristo, partida que precede a la efusión del Espíritu Santo
nos abre el camino al cielo. Jesús lleva consigo toda la humanidad hasta el
corazón del Padre. ¿Entonces ya todo está hecho? ¿Hay que cruzar las manos y
esperarnos? Absolutamente NO. Nada de
eso.
En mi tierra, en lo que
llamamos, la escuela dominical, para que los niños comprendieran el Evangelio
del domingo, les mostrábamos una imagen que recogía los detalles del Evangelio.
Es de mucha importancia
utilizar una imagen para intentar comprender este misterio de la elevación del
Señor:
¿Sabemos cómo se injertan
los arboles? Pues bien: supongamos que Dios Padre es el árbol ya crecido y
frondoso, y Jesús su Hijo con el Espíritu Santo son las raíces y la savia
respectivamente, por su parte toda la humanidad, tú y yo venimos a ser esa
plantita frágil y débil que se injerta en el árbol frondoso. Este esqueje crece
en la medida en que entra en comunión, en la intimidad con el árbol. Esto es,
Cristo nos lleva al Padre a todos sin excepción de nadie, pero cada uno, cada
ser humano asciende al Reino eterno en la medida que vaya fortaleciendo su
unión íntima con el Padre. En la medida en que “chupemos” por así decirlo, de nuestra savia que nos ofrecen las raíces.
En la medida en que abracemos nuestra raíz ¡Vaya tarea! ¡Mucha!. ¡Vaya
responsabilidad! Mucha. Pero Él no nos deja huérfanos ya nos enviará el
Paráclito.
¿Y qué haremos si Jesús sube a los cielos y nos deja en este
mundo envuelto en tantas contradicciones? El cielo no está absolutamente en un lugar
lejano de nosotros, está dentro de cada uno de nosotros. Jesús nos mostró con cada detalle el rostro de su Padre
amoroso. Jesús pasó la vida amando haciendo todo lo que veía hacer su Padre:
AMAR. Pues si Dios es AMOR, allá donde hay Amor está el cielo. ¿Tienes un pedazo
de corazón que derrocha Amor? Pues bendita y bendito eres tú, porque posees el Reino en ti, ¡regálalo a
todos sin reserva!
¡Qué bien y qué detalle más
hermoso! Porque un hermano nuestro, ¡uno de nuestra raza está con su Majestad,
sentado a la derecha del Padre! Ya no puede haber temor. Ya no puede haber
miedo a la muerte, si Cristo el Señor nos aguarda a la llegada, si cada día que
amanece asoma por la ventana de nuestro corazón a ver si retornamos a Él. Ya no
puede haber miedo a nuestra suerte como cristianos, nada nos podrá separar del Señor,
ni la muerte, ni el abismo, ni el pecado. Porque Él vendrá a nuestro corazón
pobre pero disponible a su obrar, porque Él nos ha dicho y en Él no puede haber engaño << Yo estaré con
vosotros todos los días, hasta el fin del mundo>>.
¿Qué misión nos deja Jesús?
Lo que Él fue e hizo en toda su vida, bautizar en el nombre del Padre, del Hijo
y del Espíritu Santo enseñando a todos a guardar la Buena Nueva en sus
corazones.Jesús hoy nos dice:
-
Haced discípulos míos
-
Bautizad
-
Enseñad
-
Guardad lo mandado
Este es el camino pero también nuestra meta,
nuestra misión de cada día.
Como
veis, todavía nos queda un largo camino. Son tantos y tantos que evangelizar comenzando
por nosotros mismos. Pues, ¡entonces será imposible, nadie nos escuchará! Nada es imposible, todos juntos podemos hacer
de la tierra un buen trozo del cielo, comenzando en nuestras familias, nuestras
fraternidades, instituciones, trabajos, con nuestros amigos. Empezando donde
nos hallemos. Empezando a tomar conciencia de que tenemos una gran labor,
tenemos una gran finca que cultivar para que germine esa preciosa semilla que
Cristo el Señor dejó sembrada bajo nuestra custodia. ¿Te toca regar, cultivar,
pastorear, bautizar, enseñar? Esto se hace siendo un discípulo de Cristo que
ante todo guarda con cautela y delicadeza todo lo que ha visto u oído de su
Señor, Cristo nuestro hermano. Él nos enviará el Paráclito que nos indicará y
nos recordará todo lo que nos ha dicho.
Lucas
culmina este Evangelio con Jesús levantando las manos y bendiciendo. ¡Qué
preciosos los detalles que recogen este Evangelio! Bendecir- bien decir. Jesús
no puede sino hacer y decir el bien sobre nosotros.
Nos
unge con un aceite nuevo, el del Espíritu Santo para conocer la verdad y
hacerla llegar a todo el Mundo “mundial” sanando y curando el corazón humano.
Cada
uno de nosotros somos el Hijo predilecto, el Hijo del Amor de Dios.
FELIZ
SOLEMNIDAD A TODOS Y A TODAS.
Que
Dios nos bendiga a todos.
Hna.
Catalina Mª Inmaculada Ohp
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