Habrá mil y una razones en las
que la persona tiene todo el derecho de preservar su identidad, ¡claro que sí!
pero los atacantes anónimos son el peor cáncer de esta sociedad. Son las
personas más pobres de este mundo. ¡Viven en el miedo, son los dedos acusadores
que nunca saldrán a la luz para ni siquiera decir un “Si” o un “No” con toda
libertad del mundo, son las persona tibias, personajes cubiertos con piel de
oveja!
Curiosamente cuando queremos
elogiar a una persona, cuando queremos hacer las cosas bien a no ser por una
sorpresa, casi nunca se utiliza el anónimo. ¿Por qué? Porque sabemos que hemos
intentado hacer el bien aunque a veces haya incomprensión, sabemos que nuestra
intención no es de herir a nadie, sino de felicitar o de desearle lo mejor.
Al contrario, cuanto queremos
amenazar, ofender, acosar, publicar intimidades ajenas, humillar, despreciar
etc., entonces, sí se utiliza el anónimo. Pero ¿si el anónimo no existe? ¿Serán
entonces unos muertos que se ponen a actuar de esta forma? Por qué cuesta salir
a la luz y decir, ¡soy yo, quien actúo de esta forma y lo hago por esto y esto!
¿A qué se teme?
Cuando se utiliza un incógnito
secreto contra la dignidad humana ¿Qué es lo que realmente queremos decir sobre
nosotros? Que somos unos muertos que existen ya que no tenemos identificación,
que nuestras vidas y nuestras obras son la oscuridad, vivir en lo oculto, tal
vez porque al darse a conocer nos daría vergüenza o porque nuestra manera de
existir nos humillaría.
Hoy, existe mucha facilidad para
estos ataques anónimos siendo las redes sociales las principales, de hoy a
mañana se puede corromper la dignidad humana por carteles anónimos, acusaciones
anónimo, textos que amenazan etc. como acaba de pasar en Roma, y, por cierto no
lo digo por ser el Papa, que también, e incluso si fuese alguien que no tiene voz para denunciar a estos hechos
barbáricos. Sí estos personajes se consideran de buen juicio (porque así
pobremente se da a entender), ¿por qué se olvidan de que tienen el derecho de
que le clarifiquen las cosas, le expliquen sus incertidumbres…que tienen
derecho de que les escuchen como todo hijo de Dios? ¿Por qué se empobrece tanto
hasta privarse su propio nombre? ¡Ah, claro saben perfectamente que lo que intentan decir o clamar aunque
fuera bueno, le daría vergüenza hacerlo en plena luz! ¿Por qué no quieren que les
conozca a esas personas que amenazan y que humillan públicamente? Les da
vergüenza a enfrentarse a una sola persona,
entonces ¿Dónde sacan fuerzas para hacerlo públicamente y de una manera
tan fea?
Admiro este tipo de gente, veras
que cosa más fácil, “le piden una cita, o te invitan a un café, a un paseo, a
pasar un rato contigo, a un almuerzo y cuanto todo está bien, te cogen con
pinceles como la prenda más valiosa y más delicada del mundo y te dicen, ¡oye,
lo del otro día no entendí ¿me lo puedes explicar?! A la gente sencilla no necesitan
tanto protocolo, pero, esta forma es mucho mejor y mucho más culta que meterse
en la fila de los ataques anónimos.
Quiero pensar que quienes
amenazan anónimamente son la gran cizaña de nuestra sociedad. Por creerse muy
sabios y muy inteligentes y se olvidan de una cosa muy sencilla, que no se
puede encender una lámpara para ponerla debajo del celemín. ¿A quién alumbraran? ¡A sí mismos, a sus egos y a sus
ombligos! Nada más y muy pobremente, nada más.
Hermanos ¿cuánto esfuerzos,
cuantas horas se pierden, cuanta dedicación hacen estos atacantes para que no
los rastreen? ¡Ojalá que tantas energías se empleen para realizar un bien
común!
La sociedad presente corre un
gran peligro ante esa gente. ¡Son los dedos acusadores que nunca se mueven de
sus sillones ni para mejorar lo que acusan! ¡Son individuos que prenden fuego y
ellos mismos guardan distancia para ni siquiera oler a humo! ¡Siembran el mal
en corazones inocentes y cuanto brota la espiga más débil que la cizaña se pierde
la pista!
Llama mucho la atención que el
mensaje de Jesús nunca fue una Religión, su mensaje fue; amor, fraternidad,
justicia, igualdad, paz, esperanza, sentido profundo de la existencia,
solidaridad, vida, compromiso con el débil, el pobre, el marginado, el
maltratado…y aquí hermanos se encierra “la gran misericordia de Dios”.
Sorprendentemente un anónimo o unos
anónimos le preguntan al Papa francisco, “¿Dónde está tu misericordia?”. A estos creo que ni siquiera saben lo que es
la misericordia. Les preguntaría ¿tu, no eres digno o digna de identificarte?
¿Por qué te privas de tu nombre? ¡Ahí comienza la misericordia que tanto
clamas!
Esta nueva opción de Jesús, de
entender la relación con Dios y la relación con el hombre le llevó a
enfrentarse con los fariseos, leguleyos y ritualistas, que llegaron a ver en él
a un enemigo declarado porque rompía con los ritos y costumbres; rutinas judías
que imponían grandes cargas a la gente en vez de facilitarles vivir con
dignidad.
Jesús se rompe con todo aquello
que se consideraba sagrado o intocable, pero que lejos de liberar, oprimía. Él
presenta una forma completamente nueva de entender la relación con Dios que es
rescatar, liberar, sanar, facilitar la vida de la gente y de cada persona,
salvar…hasta tal punto que para Jesús, solo es verdadera relación con Dios la
que pasa a través de la relación con el hombre.
¡Es que la fe tiene fuerza que obliga gritar!
Muy queridos hermanos, no nos
dejemos llevar por las mareas del anonimato, somos dignos de nombrar, de llamar
con nombre propio, de preguntar, de escuchar y de ser escuchados. Ya no somos
más esclavos sino hijos libres, no para que se aproveche nuestra carne
inclinada al mal, sino para actuar y opinar libremente y educadamente con todo
respeto y dignidad humana, para ser esclavos unos de otros por amor.
Escuchemos pues nuestra
consciencia que nos grita a plena voz a denunciar tales hechos que no son más
que una fe muerta, sin frutos y empeñemos en consultar los oráculos de Aquel
que supo compaginar fe y obras, Jesús, el Hijo Único del Dios Vivo. ¿Eres luz?
Sube a lo alto de la montaña para que puedas iluminar.
Mis felicitaciones van fraternalmente
al Papa Francisco por su ejemplo vivo, por su empeño y esfuerzo, por su entrega
y voluntad, por volvernos a indicar el camino recorrido por Jesús, Hijo de Dios
que ¡recorrió en las periferias porque lo consideraron contaminado por el
pueblo pecador! Bendita dicha que nos ganó la salvación, claro que sí, se
manchó con nuestro pecado, en nuestra humanidad.
Dichoso tú, que agarrado a éste
“rechazado por su pueblo”, no te dejas enredar por esa minoría que no hace más que
sembrar cizaña en el pueblo de Dios, santo e inocente pero a la vez santo.
Enhorabuena a todos los que luchan
por un mundo mejor, más justo…por un mundo que libera más que oprimir.
¡Pero, ojo, de una manera limpia
y sin tapujos!
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