¿Qué necesidad había para que se
bautizara Jesús? ¿No era el Hijo del Altísimo desde la concepción? La gente se
acercaba para recibir un bautismo, signo de arrepentimiento y conversión, ¿De
qué se arrepiente Jesús, este Hijo de Dios que declara la Sagrada Escritura,
que no hubo en Él pecado? ¿Acaso haría falta reafirmar que era Hijo de Dios, el
mismo Autor de la vida?
Estas son entre otras tantas
preguntas que nos hacemos porque ese Dios hecho Niño y ahora lo vemos bautizado
por Juan, es muy sencillo y no cuadra con nuestros pensamientos y
entendimiento. No caemos en la cuenta que Dios el Padre con su presencia eficaz
en este acontecimiento promulga la identidad de Jesús como Hijo Amado modo que,
éste pueda a su vez vivir su autonomía, su libertad, su auténtico semejanza con
su Padre.
Todavía hermanos nos cuesta
entender que Dios recurre a Jesús para darnos a conocer todo su Amor, toda su
verdad. El gesto que realiza Jesús, del Bautismo vale más que toda palabra. Jesús
se empequeñece, se humilla hasta mezclarse con nuestro pecado y sin Él cometer
alguno.
En este lenguaje de Amor de Dios,
las palabras se resultan difíciles y a partir de este momento; Jesús, Hijo
amado del Padre comienza su misión de devolver al camino a la oveja
descarriada; Jesús nos hace hijos en el Abbá.
Las aguas del Jordán se
santifican y el Espíritu Santo llena todo a aquel que se sumerge en él
resucitando así a la vida con Cristo. Si quieres ayudar a un necesitado, identifícate
con él o ella. Jesús se identifica con el pueblo corrompido por el pecado, pero
no solo a algunas personas sino a aquellos que oyendo la invitación a la
conversión se acercan para recibir el Bautismo. Estas sobre todo eran gentes
sencillas, gentes de espíritu humilde.
Como Jesús, en este domingo en el
que conmemoramos nuestra identificación con cristo estamos llamados a abrazar
la ternura de Dios que se desborda en Jesús. Sentirnos amados y elegidos para
un proyecto especial, dejar influir en nosotros las mismas obras de Cristo, ser
instrumentos oculares de Cristo luchando por la justicia, es decir luchar contra
la indiferencia de la masa siendo así ministros del Evangelio en el mundo
entero.
La luz disfruta iluminando y la
sal sazonando, derramemos pues todos aquellos dones que Dios nos concede no
para sentirnos mejores ni superiores sino para su gloria, para completar su
obra de salvación no sea que conociendo el precio de esta salvación
desconozcamos su valor. Y para descubrir esta belleza que habita en nosotros a
través del bautismo es preciso descubrir la grandeza de Dios que se abaja por
ti y por mí. Es importante que Dios esté
presente en nosotros para descubrir el resplandor de la divinidad que habita en
el otro y en mí.
Jesús maestro humilde se agacha
ante el precursor que se siente impotente ante tal “reclinamiento” y
bautizándolo el mundo entero se purifica. Él a partir de este momento cumple su
misión “anunciar el año de gracia del Señor” con sus obras y palabras.
Sigámosle pues confiados que Él nos guiará fielmente.
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