¡LA NOCHE ÚNICA Y BELLA COMO NUNCA JAMÁS!
Hoy
es la noche de salvación. Hoy es la noche que el mundo nunca jamás había
conocido, una noche tan tierna y tan maravillosa, la noche de las noches. La
noche de la justicia, la noche en la que la luz se echa encima de las
tinieblas, es la noche de la salvación. Sí, es hoy ya llegó, no te duermas
porque ya está aquí la noche tan esperada, la noche de los pobres. La noche en
la que toda criatura se rompió a cantar al contemplar la gran misericordia de
Dios. Es la noche de la luz, la noche de la vida eterna porque ya no habrá
hermanos, más noches, ni más tinieblas.
Ya no habrá ningún temor de nada ni de nadie, porque nuestro Redentor está
entre nosotros y Él saldrá fiador de nosotros. Es la noche en la que todo el
universo se desbordó de alegría y el gozo como una flor de primavera volvió a
llenar los cuatro costados de la tierra. Hoy hermanos míos, hoy en esta misma
noche Dios en persona nos visita porque desea ardientemente morar en ti y en
mí. Hoy en esta noche se realiza el plan, el proyecto de Dios con toda la
humanidad. Hoy Dios viene a realizar su proyecto de salvación en ti. ¡Ábrele
las puertas de tu corazón!
Hoy
sobran palabras, ¡basta con creer! Hoy Dios nuestro Padre celestial nos confía
una herencia. Nos hace hijos en el Hijo. Hoy se junta cielo y tierra. Hoy se
abaja lo divino a la tierra, en la carne humana, y nuestra humanidad se une a
lo divino. En esta única noche viene nuestro amanecer. Es la vida que triunfa
porque Cristo está en el Padre y el Padre está en Cristo, y ponen su morada en
nosotros.
Hermanos
como Dios tendió su mano a María y a José para llevar acabo la obra salvífica,
así mismo quiere contar contigo y conmigo. Dios quiere y desea habitar en nosotros, quiere asumir nuestra
vida, con nuestro pecado y su gracia. Hoy Dios nos viene a decir
<<Shalom>>. Pues alégrate tú que te sientes desesperada porque ya
está aquí el Salvador nuestro. Rompe a cantar tú que vivías en las tinieblas
porque ya llegó la luz, regocíjate tú que en medio del dolor te sientes
abandonado, menospreciado, humillado… porque mira, viene ya el Rey a morar en
ti y serás consolada. Salta de gozo tú que vivías en la oscuridad terrible de la vida, porque
una luz brillante, un Sol que nace de lo alto te iluminará y él será nuestra
luz, nuestro camino seguro, nuestro guía eficaz y fiel. Dios se abaja para
invitarnos a su mesa celestial, en esta mesa donde todos compartiremos alegría,
paz, justicia, perdón... Él viene a mezclarse con nuestra podredumbre pero él
nos vendará las heridas y nos las curará, nos abrazará y nos dirá <<vengo
a ti personalmente porque te amo locamente, no vengo a juzgarte sino a
salvarte>>
He
aquí pues hermanos el momento oportuno de no solo dejarnos llevar por el
bullicio de la fiesta, sino también de
descubrir la presencia de Dios entre nosotros. Momento de abrirle nuestro
corazón contrito para que Él nos renueve, nos santifique y nos purifique. Dejémonos
enriquecer por Él porque nadie en este
mundo jamás ha merecido tal visita, sin embargo Dios sigue confiando en toda la
humanidad después de su infidelidad porque no puede negarse a sí mismo.
Tal
vez sea difícil creer en la divina presencia de Dios entre nosotros al
contemplar toda la destrucción, la violencia, la pobreza, las guerras, crisis
conflictivas…estas situaciones difíciles que día tras día vemos o tocamos en
nuestra carne nos pueden llevar a un pregunta ¿Dios verdaderamente ha venido a
salvarnos? ¿Y si así es, porque no interrumpe la actitud egoísta humana que
lleva a la perdición tanta vida inocente?
Hermanos
Dios no nos puede obligar, nos dejó libres para actuar según nos pareciera
mejor, a elegir entre el mal y el bien. El mal lo siembra el ser humano en esta
tierra sagrada que desde principio tragó la sangre inocente de Abel y desde
entonces el clamor del pobre, del afligido, del inocente, del perseguido, del
marginado, del abandonado, del humillado…sigue clamando a Dios día y noche. Es
más la misma madre de Jesús, Hijo primogénito de Dios y su esposo José tuvieron
que afrontar momentos difíciles para llevar a cabo el proyecto de Dios, era
difícil creerse merecedores de este gran don, vieron a su hijo desprotegido,
perseguido por un hombre malvado, rechazado por su pueblo… pero su fe les
llevaron a hacer realidad lo que hoy contemplamos y celebramos. Los pastores,
primeros en recibir la buena noticia, tuvieron que cultivar su fe para llegar a
testimoniar lo que habían contemplado aquella noche, ¿A unos ladrones, quien
les iba a creer?
Hoy,
en esta noche estamos llamados a la fe. Una fe que verdaderamente nos lleve a
sentirnos amados por Dios de tal manera, que no queriendo ocultarnos más su rostro, se
encarnó como uno de nosotros en aquella flor bella de Nazaret y nació como
todos nosotros en la aldea de Belén apenas conocido, fue recostado en un
pesebre y unos pastores, marginados,
claro que sí, vienen a adorarlo. Después de treinta y tres años
muere crucificado pero resucitará. En este Dios hermanos creemos. Este es el
Dios en el que debemos asociarnos si verdaderamente somos y nos llamamos
cristianos.
La
gloria de Dios es salvar al hombre. Y este nacimiento que hoy festejamos es
nuestra historia de salvación. No nos enrollemos con regalos y manjares,
también recemos, contemplemos y seamos testigos de esta alegría y esta
salvación para otros que todavía no lo conocen o lo ignoran. No olvidemos al
hermano necesitado dejándolo a su suerte, hagámosle sentar con nosotros a
compartir esta alegría y el gozo celestial.
Os
deseo mis mejores felicitaciones navideñas y muy unidos en la oración.
Que
el Niño Dios nos haga pequeños para descubrir a Dios llorando en una cunita y
envuelto en pañales.
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