sábado, 24 de diciembre de 2016

LA ÚNICA NOCHE , LA NOCHE DE LA SALVACIÒN



¡LA NOCHE ÚNICA Y BELLA COMO NUNCA JAMÁS!

Hoy es la noche de salvación. Hoy es la noche que el mundo nunca jamás había conocido, una noche tan tierna y tan maravillosa, la noche de las noches. La noche de la justicia, la noche en la que la luz se echa encima de las tinieblas, es la noche de la salvación. Sí, es hoy ya llegó, no te duermas porque ya está aquí la noche tan esperada, la noche de los pobres. La noche en la que toda criatura se rompió a cantar al contemplar la gran misericordia de Dios. Es la noche de la luz, la noche de la vida eterna porque ya no habrá hermanos, más noches,  ni más tinieblas. Ya no habrá ningún temor de nada ni de nadie, porque nuestro Redentor está entre nosotros y Él saldrá fiador de nosotros. Es la noche en la que todo el universo se desbordó de alegría y el gozo como una flor de primavera volvió a llenar los cuatro costados de la tierra. Hoy hermanos míos, hoy en esta misma noche Dios en persona nos visita porque desea ardientemente morar en ti y en mí. Hoy en esta noche se realiza el plan, el proyecto de Dios con toda la humanidad. Hoy Dios viene a realizar su proyecto de salvación en ti. ¡Ábrele las puertas de tu corazón!

Hoy sobran palabras, ¡basta con creer! Hoy Dios nuestro Padre celestial nos confía una herencia. Nos hace hijos en el Hijo. Hoy se junta cielo y tierra. Hoy se abaja lo divino a la tierra, en la carne humana, y nuestra humanidad se une a lo divino. En esta única noche viene nuestro amanecer. Es la vida que triunfa porque Cristo está en el Padre y el Padre está en Cristo, y ponen su morada en nosotros.

Hermanos como Dios tendió su mano a María y a José para llevar acabo la obra salvífica, así mismo quiere contar contigo y conmigo. Dios quiere y desea  habitar en nosotros, quiere asumir nuestra vida, con nuestro pecado y su gracia. Hoy Dios nos viene a decir <<Shalom>>. Pues alégrate tú que te sientes desesperada porque ya está aquí el Salvador nuestro. Rompe a cantar tú que vivías en las tinieblas porque ya llegó la luz, regocíjate tú que en medio del dolor te sientes abandonado, menospreciado, humillado… porque mira, viene ya el Rey a morar en ti y serás consolada. Salta de gozo tú que vivías  en la oscuridad terrible de la vida, porque una luz brillante, un Sol que nace de lo alto te iluminará y él será nuestra luz, nuestro camino seguro, nuestro guía eficaz y fiel. Dios se abaja para invitarnos a su mesa celestial, en esta mesa donde todos compartiremos alegría, paz, justicia, perdón... Él viene a mezclarse con nuestra podredumbre pero él nos vendará las heridas y nos las curará, nos abrazará y nos dirá <<vengo a ti personalmente porque te amo locamente, no vengo a juzgarte sino a salvarte>>

He aquí pues hermanos el momento oportuno de no solo dejarnos llevar por el bullicio de la fiesta,  sino también de descubrir la presencia de Dios entre nosotros. Momento de abrirle nuestro corazón contrito para que Él nos renueve, nos santifique y nos purifique. Dejémonos enriquecer por Él porque  nadie en este mundo jamás ha merecido tal visita, sin embargo Dios sigue confiando en toda la humanidad después de su infidelidad porque no puede negarse a sí  mismo.
Tal vez sea difícil creer en la divina presencia de Dios entre nosotros al contemplar toda la destrucción, la violencia, la pobreza, las guerras, crisis conflictivas…estas situaciones difíciles que día tras día vemos o tocamos en nuestra carne nos pueden llevar a un pregunta ¿Dios verdaderamente ha venido a salvarnos? ¿Y si así es, porque no interrumpe la actitud egoísta humana que lleva a la perdición tanta vida inocente?

Hermanos Dios no nos puede obligar, nos dejó libres para actuar según nos pareciera mejor, a elegir entre el mal y el bien. El mal lo siembra el ser humano en esta tierra sagrada que desde principio tragó la sangre inocente de Abel y desde entonces el clamor del pobre, del afligido, del inocente, del perseguido, del marginado, del abandonado, del humillado…sigue clamando a Dios día y noche. Es más la misma madre de Jesús, Hijo primogénito de Dios y su esposo José tuvieron que afrontar momentos difíciles para llevar a cabo el proyecto de Dios, era difícil creerse merecedores de este gran don, vieron a su hijo desprotegido, perseguido por un hombre malvado, rechazado por su pueblo… pero su fe les llevaron a hacer realidad lo que hoy contemplamos y celebramos. Los pastores, primeros en recibir la buena noticia,  tuvieron que cultivar su fe para llegar a testimoniar lo que habían contemplado aquella noche, ¿A unos ladrones, quien les iba a creer?

Hoy, en esta noche estamos llamados a la fe. Una fe que verdaderamente nos lleve a sentirnos amados por Dios de tal manera,  que no queriendo ocultarnos más su rostro, se encarnó como uno de nosotros en aquella flor bella de Nazaret y nació como todos nosotros en la aldea de Belén apenas conocido, fue recostado en un pesebre y unos pastores, marginados,  claro que sí,  vienen  a adorarlo. Después de treinta y tres años muere crucificado pero resucitará. En este Dios hermanos creemos. Este es el Dios en el que debemos asociarnos si verdaderamente somos y nos llamamos cristianos.
La gloria de Dios es salvar al hombre. Y este nacimiento que hoy festejamos es nuestra historia de salvación. No nos enrollemos con regalos y manjares, también recemos, contemplemos y seamos testigos de esta alegría y esta salvación para otros que todavía no lo conocen o lo ignoran. No olvidemos al hermano necesitado dejándolo a su suerte, hagámosle sentar con nosotros a compartir esta alegría y el gozo celestial.

Os deseo mis mejores felicitaciones navideñas y muy unidos en la oración.

Que el Niño Dios nos haga pequeños para descubrir a Dios llorando en una cunita y envuelto en pañales.




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