domingo, 27 de noviembre de 2016

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Hermanos muy amados en el Señor os saludo paz y bien,
Hoy comenzamos un nuevo año litúrgico, el Ciclo A, el primer domingo del adviento. En la coronación del Año C en el domingo pasado festejábamos la Solemnidad de Jesucristo Rey del universo. Una Solemnidad que nos invitaba a confrontar nuestra vida cristiana  y a poner nuestro ser y empeño en el mismo camino del Señor, viviendo la misma suerte que Él, así completando su pasión aquí en la tierra. Tomar conciencia de que este tesoro de conocer a Dios lo llevamos en vasijas de barro pero con su fuerza nos encontramos fuertes ante cualquier dificultad.

Pues bien al comienzo de este nuevo Año litúrgico que nos pone ante nosotros la alegre espera del Señor podíamos caer en la tentación de pensar, ¡En este mundo que nos toca vivir, un mundo de inmediatez, un mundo en el que la persona humana necesita todo ya, pero ya, consumista, individualista, un mundo muy artificial y además que ofrece muchas ofertas, en este mundo realmente hay esperanza! Pero hermanos es en este mundo en el que Dios se digna venir pronto, pero muy pronto. Es en este charco digamos así vulgarmente en el que Dios se digna bajarse para mezclarse  con esta humanidad podrida. Y, en este mundo aunque haya miles y miles de ofertas que nos hacen perder nuestra meta si no estamos lo suficiente listos, en este mundo y precisamente en el corazón de cada ser humano permite Dios que haya un vacío insaciable, una sed que no la colma cualquiera cosa. Llámenla riquezas, honores, grandezas humanas, el conocimiento del mundo “del dedo con las nuevas tecnologías”, llámenlo como quiera. Nada hermanos mío, nada puede llenar este vacío si no es por la experiencia propia de la redención que todos poseemos y al mismo tiempo esperamos en plenitud. Quizá sea una sed que podemos saciar tal vez con esta espera gozosa que anuncia este tiempo litúrgico, el adviento, es decir, la venida de Cristo.

Y para que nuestra espera no carezca de sentido, hace falta despertar en nuestra conciencia adormecida por los poderes de este mundo,  que nuestra espera consiste no es esperar regalos, cosas,  sino a  Alguien, a una persona con nombre propio. Si llegamos a convencernos esto lo demás vendrán por añadidura.

¿Y qué hacemos cuando esperamos a alguien importante?

Limpiamos y ordenamos nuestra casa y sobre todo no dejas de mirar el camino por donde vendría. Incluso el tiempo a su vez parece que pasa más lentamente de lo cual implica quedarnos muy vigilantes. Algo parecido nos debería de pasar es este tiempo litúrgico, pero ojo, no vayamos a depender muy mucho en lo exterior sino en nuestros  adentros, en nuestro corazón.  Prepárale el camino que conduce hacia lo más íntimo de nuestro corazón. Nuestra espera nos tiene que llevar al encuentro con a Aquel con el que deseamos tratar una amistad amorosa y este ser es Cristo, Hijo del Dios Vivo.

Esta espera expectante pero a la vez gozosa, orante y vigilante nos ayudará a prepararle adecuadamente la morada. Y por fin al haberse  dignado entrar en nuestro aposento le diremos aquella frase famosa, sencilla y bonita “siéntense en tu casa”.


Feliz espera gozosa hermanos y muy unidos en la oración para que ninguno deje pasar este eterno huésped que nos viene a traer la alegría, la paz, la justicia, la luz...

jueves, 24 de noviembre de 2016

TESTIGOS DE LA VIDA.


“Si con fe logra vivir el hombre muy humildemente, aunque nada tenga, feliz será siempre” decía un cantante. Jesús, Hijo de Dios nos indicó la vida cuando afirmó: “yo soy el camino, la verdad y la vida”. Todo hombre y mujer de este mundo andamos cada día buscando la vida, aquella vida que da sentido a nuestro vivir, para dejar de vivir solo de existiendo. Todos buscamos esta vida, pero somos tan ignorantes hermanos que la seguimos buscando, cuando hace dos mil años que Cristo se nos entregó y todavía no acabamos de entender que Él vive con nosotros. Hermanos andamos buscando a Aquel que está desde el principio dentro de nosotros, no hace falta ir para allá o para acá, no hace falta una búsqueda proyectada hacia fuera, porque entonces estamos perdidos, el único camino para encontrar esta Vida Eterna hermanos, se hace hacia dentro, hacia nuestra propia persona que abarca a Aquel a quien los cielos no pudieron contener. Muchas veces nos hemos desviado del camino tratando de buscarlo por muchos lugares en  vez de dejar que esta vida que está ya en mis adentros se manifieste en mi persona. Hasta que algún día ya cansados de tanto caminar  nos encontraremos con Él como otra Marta que andaba afanada en muchos quehaceres  y que nos diga “párate ya y déjeme actuar en ti”. Es el  momento en que nos daremos cuenta de que hemos perdido casi una vida entera buscando otros ídolos, escuchando ruido y afanados por aquello que no nos llena ni da ningún sentido a la vida. Pero como tengo la libertad plena de elección puedo negarlo…y lo siento en el corazón pero tengo obligación de dejarlo claro: que quien niega la existencia de Dios, niega su ser de persona. Un corazón sin Dios se asfixia, es como meter una bolsa de plástico en la cabeza y seguir diciendo “quiero vivir”; pues quítate la bolsa de la cabeza y respira.  Respira la Vida de Jesús y goza dando gracias de vivir en Él. Quien descubre este tesoro tan grande, lo comparte y hace que a los otros sientan el gozo de tenerlo. Se parte y se reparte para que el otro tenga vida.

Cristo desde siempre nos espera en el fondo de nuestro corazón. Allí en el escondite donde se realiza los más íntimos secretos. Allí está su morada dentro de cada uno de nosotros y nunca fuera de nosotros, y, allí hay que buscarle para encontrarle. Allí vive Aquel por quien todo fue creado y sin Él nada se hizo de cuanto fue hecho: la Palabra que ya desde principio existía ante el Padre, nos dice el prólogo del Evangelio de S. Juan. Que inmensa caridad hermanos que Aquel que es Hijo Eterno del Padre habite en ti y en mí, ¿por qué no lo acabamos de creer? Sí, Aquel que se encarnó para ser revelación plena y definitiva del Dios invisible, ese habita desde siempre en el corazón de cada ser humano, creyente y no creyente, y desde allí nos habla y nos espera hasta que algún día tornemos hacia dentro para darnos cuenta de este tesoro, de este eterna felicidad que llevamos en vasijas de barro. Pero en ello no hay temor ni miedo alguno, como en aquel entonces de  nuestros antepasados que temían morir porque habían visto a Dios con sus propios ojos, ¡NO! Él es la Palabra por quien el Padre se nos comunica. Es nuestro Hermano mayor, nuestro Guía, nuestro Espejo en quien debemos reflejarnos siempre: “La Palabra se hizo carne y puso su morada entre nosotros”, por tanto hermanos tú y yo somos su morada, su tabernáculo en donde Él tiene que estar a gusto. ¿Cómo? porque llevamos la Imagen Perfecta y visible de Dios en nosotros, en nuestros corazones. Y ya descubro que cuanto le contemplo, me contemplo a mí porque ya existe una común unión, Él se torna siempre y me mira a mí mientras yo le miro. Ya no existe este abismo inmenso, inaccesible, insalvable, oscuro… que nos separaba del Padre en tiempos inmemoriales, porque la Luz y la Vida ya vinieron en nuestra tierra y moran en cada uno de nosotros. Y en esa mirada a Él también llego a descubrir, su presencia en la mirada de los que me rodean.

Pero hay que estar alertos muy queridos hermanos para no perder la meta. Cristo vino al mundo pero el mundo no lo reconoció ¡qué pena! “vino al mundo pero los suyos no lo recibieron”. Por tanto hay que tomar conciencia de que Cristo no obliga a nadie para que lo reconozca, “solo a los que lo reciben, aquellos que creen en su nombre, les da potestad de ser hijos de Dios. Que quiere decir, que tú y yo aunque poseamos nuestra débil naturaleza, Dios nos ha hecho  hijos y herederos de su Hijo, y, hemos de dar testimonio de esta verdad que habita entre nosotros, el testimonio de la Vida verdadera y aunque lo rechacen de pleno, tu y yo tenemos una común misión acogerle con entusiasmo y proclamar sus hazañas día tras día. 


Desde estos cuatros muros de este trocito del cielo aquí en la tierra que Dios nos ha regalado a todas las hermanas que aquí viven, quisiera hacer llegar mi grito y mi voz a todos: que “Dios vive y Dios está en ti querido hermano y hermana. Alégrate de esta gracia y de esta noticia de que, tú y yo llevamos al Hijo de Dios en nuestros corazones, conscientes o inconscientes. El Rey de los reyes vive en ti descúbrelo y que seamos tu y yo instrumentos de Él”. Que el que mas lo necesite no falte su trozo de esta alegría universal de reconocernos hijos en el Hijo.

Que Dios le bendiga hermano y hermana muy queridos.

domingo, 20 de noviembre de 2016

JESUCRISTO REY DEL UNIVERSO


JESUCRISTO REY DEL UNIVERSO
Mis pobres ojos se estremecen al contemplar tu cargo supremo, mi Majestad.
Tú mando, tu función y tu destino serán bien difíciles
Porque no has poseído ningún ejército,
Sino la espada de tu palabra que atraviesa los corazones.

No te acompañan el clamor, las sirenas  y los aplausos
O el galopar de los caballos.
Ni tu compañía es de espléndidos poetas, filósofos, ni maestros retóricos
Sino de unos pocos y miedosos pescadores.

Quise pensar que tu fama y honor atraería a toda la humanidad
Y tu vida noble en un palacio llegaría a los oídos de los cuatro continentes
Que tus ejércitos aplastarían a quienes no se doblegaran ante tu grandeza
Porque tú eras el absoluto, quien imponía su poder sobre el universo.

Mi Rey, mi Majestad, mi Soberano
Me estremezco al ver esa corona de espinas y no de oro
Me encoge tu entrega al mundo, no para imponerlo sino para salvarlo
Tus brazos extendidos para acoger, para abrazar, para consolar…

Pero ¡NO! ¡NO! Mi Rey Soberano
Tu Reinado es bien distinto del que yo esperaba
Tú vienes a ser el Centro de la vida humana, de mi pobre vida.
¡Eres el Alfa y la Omega, el Principio y el Fin!

Tu Reinado mi Majestad no puede ser otra cosa
Que el Amor, la Paz, la Justicia, La Misericordia…
Tu  Reinado es un Reinado de Servicio
Tú, Rey Eterno, vienes a pedirme Reinar en mi pobre corazón.

Vienes para que yo, él pecador, pueda recibir el Don de la Gracia
Vienes para abrirme las puertas de la esclavitud hacia la Libertad
Vienes a llenarme de Esperanza en una vida mejor que ésta
Vienes a decirme “te he Amado desde la Cruz y en la Cruz te seguiré Amando”.

Gracias mi Rey del Universo
Gracias porque Tu Grandeza me invita a imitarte
Gracias porque siendo Rey, me convidas a tu mesa en tu Palabra y en los Sacramentos
GRACIAS PORQUE HAS QUERIDO SER MI REY, MI MAJESTAD, MI SOBERANO.

“TÚ CRISTO REY, REINARAS PARA SIEMPRE Y TU GOBIERNO DE EDAD EN EDAD”

Alegraos conmigo en esta Solemnidad de JESUCRISTO REY DEL UNIVERSO.

jueves, 17 de noviembre de 2016

LA BELLEZA DE LA ORACIÓN.


Muy queridos hermanos paz y bien,

Hace poco que me topé con un muchacho que me hizo pensar en compartir mi experiencia de oración. Muy sentido me contó este muchacho cómo estando encarcelado le cambiaron de celda y en esta encontró una Tau Franciscana. Él la recogió y se la puso, me decía: “a partir de este momento solo quería verme fuera de aquellos muros y suplicaba para que este deseo se realizara”. Después, inclinó la cabeza, lleno de emoción, se le iluminaron los ojos y mirándome me dijo, “hermana no se asuste de mi vida, el encuentro con esta cruz de san Francisco me impulsó a pensar mucho  sobre mi estado personal, caí en la cuenta de que vivía equivocado y tenían razón de encarcelarme, entendí mi equivocación e hice un compromiso, mi vida tendría que tener un cambio. Solo sabía que la cruz pertenecía a la rama franciscana y nada más, pero, yo me dije, he aquí la oportunidad de comenzar mi vida de nuevo con un recuerdo que llevaría siempre conmigo, la Tau. Hoy día, puedo decir que esta cruz es mi compañera fiel, nunca se ha apartado de mí, ni yo de ella y a partir de ahí me acerqué a la Iglesia… la amo y quiero mucho a la virgen (mostrándome el Rosario en su bolsillo)…, hermana reza por mí porque no quisiera volver un paso atrás, reza por mí para que Dios me ilumine en mi caminar”. Estas fueron sus últimas palabras conmovedoras entre tantos sentimientos que se reflejaban en su rostro y junto a su compañera que todo lo asentía con su cabeza, sin decir ninguna palabra. Este hermanos y hermanas fue el testimonio que me animó a escribir este artículo que tenéis entre manos, sobre la belleza de la oración.

Bueno, llegado a este punto quisiera que diéramos un salto a la vida misma de oración de Jesús; al origen  y meta de nuestra vida de oración.

Jesús fue y es un Hombre-Dios más que hecho oración. Su vida,  su ser era y es oración. Él es la oración misma. Desde su nacimiento, Jesús estuvo en contacto directo con Dios. A veces lo imagino así como cuando el niño está unido a su madre por el cordón umbilical. Jesús estaba siempre alimentándose de Dios, siempre pendiente de todo lo que le comunicara su Padre. Esta unión se mantuvo siempre y en ningún instante se perdió. Jesús dialogaba  con entrañas de Hijo a su Padre, Aquel que lo amaba infinitamente. Lo vemos a sus doce años quedarse tres días en el templo, cuando María su madre y José, lo buscaban por todas partes. Preguntándole por  su actitud contesta muy seguro “¿no sabías que yo tenía que estar en la casa de mi padre?”.

 Lo veremos después orar cuarenta días retirado en el desierto, después del bautismo y antes de iniciar su vida pública, ¿pero no acaba de afirmar Dios de que eres su Hijo en quien se complace, qué vas a meditar en el desierto si ya con decir sola una palabra todo se cumple? ¡Pero no! aun consciente de ello y más que nadie, tú te retiras a suplicarle a tu Padre cómo quiere el que realices tu misión. También lo encontramos en las sinagogas, en lugares solitarios, en las cimas de los montes  lugar de encuentro intimo con su Padre, Jesús ora en momentos difíciles para vencer y solo realizar la voluntad de su Padre, cuando bendice los panes o también en la última cena, cuando cura “éfeta”, ora para superar el poder del maligno, y ¿cómo no? en la hora próxima a su muerta,  “Elí, Elí Lama sabactani”.

 Son muchos momentos que Jesús se dedica a dialogar con su Padre, y los discípulos han experimentado cómo en estas experiencias de oración, de dialogo continuo Jesús se serena y sale decidido a actuar. Jesús permanece asiduamente unido a su Padre y por eso no puede decir o hacer otra cosa que la voluntad de su Padre. Los discípulos lo admiran y con mucho deseo quieren tener su propia experiencia. Es aquí entonces cuando conmovido es sus corazones e impulsado por un deseo extraordinario, de algo más maravilloso que va ocurriendo en sus vidas, casi sin darse cuenta de ello piden “maestro, enséñanos a orar”. Un don, una gracia más que un ansia interior hiere sus corazones encerrados en deseos mundanos, “enséñanos a orar. Pero a ellos les pasó y a nosotros  nos pasa muchas veces que pensando que somos los que llevamos el timón de nuestra vida luego despertamos de este engaño cuando ya caímos en el charco, cuando nos encontramos cara a cara con nuestra torpeza y nuestra miseria.

El hombre en su ser y dignidad está impulsado al dialogo con Dios. Santa Teresa de Jesús lo entendió perfectamente “tratar de amistad”, y no solo eso, “estando muchas veces a solas con quien sabemos que nos ama”. ¡Qué mejor definición que ésta! Muchas veces pienso yo, que en vez de amistad tratamos de cansarle con vana palabrería. Jesús  nos dice que utilicemos pocas palabras en el dialogo con el Padre (Mt  6:5-8). Son destacables los largos ratos que Jesús se mantiene silencioso ante su Padre; a la escucha. Y, es aquí donde pienso que muchas veces no somos capaces de mantener esa unión íntima con Cristo, tal vez porque vamos muy cargados de lo que le contaremos de tal forma que no le dejamos hablar. O porque no somos constantes en ese dialogo. O incluso que en la misma oración se nos atraen otros amores más que a éste Amor silencioso del Padre.

Hermanos y hermanas en Cristo, creo que toda nuestra vida ha de ser un querer “perfeccionar” cada vez más esa intimidad con Dios. A menudo tendría que salir de nuestros labios esa petición de los discípulos “Señor enséñame a orar, enséñame a cerrar la puerta de mi corazón a tantos ruidos y estar en secreto intimo contigo, enséñame  aquello que ocultaste a los entendidos y revelaste a los pequeños, enséñame a decirte y a escucharte, a entregar mi voluntad a la tuya, a descubrir tu Amor eterna para conmigo para que así pueda sumergirme en el mar de tu corazón amante. Dadme a aceptar con disponibilidad y alegría tu acción amoroso, tu caricia y abrazo; tus galas con que adornas a tus esposas. Dame a conocerte hecho camino para mí, a reconocerme morada tuya y tabernáculo tuyo para que nunca me extrañe de tu presencia en mí, porque allí en el fondo de mi corazón, allí donde surgen los latidos de mi corazón está el lugar de mi encuentro contigo, el lecho nupcial de dos personas que se aman y se dan sin limitación. Prepara tú esta morada que hoy te entrego como cosa tuya”. A mi modo de ver y de mi poca experiencia pienso que este debía de ser nuestra oración sincera y humilde. No reconocernos ni pretender ser nada ante Él ya que todo es gracia y don, a la que tenemos que acoger constantemente.

¿Pero claro, yo no soy una hermana contemplativa? Pero habrá quien se pregunte: ¿Dónde se puede encontrar este silencio ante tanto ruido? Ya sabes, no es posible y encima con todo lo que tengo que hacer, mira que yo soy cristiano, voy a la misa y trato de ser bueno… ¿qué más necesito? Son posibles justificaciones que nos pueden salir así con espontaneidad ya que casi somos automáticos. Y es aquí que la oración viene a ser el “motor” que hace correr el timón de nuestra vida, y tarde o temprano este timón puede pararse si no se carga, ni se le hace su limpieza adecuada. Para estar en relación íntima con Dios, no hace absolutamente falta ser monja ya que esto es una llamada para quien esté destinada a ella. Basta que siempre esté en sintonía continua con Dios. Y yo me pregunto muchísimas veces ¿Quién no se priva de lo que más le gusta para ofrecerlo a su amado? Oye, que cuando queremos hablar de nuestras cosas, aquellas que surgen del amor mutuo buscamos silencio, fuera de distracciones, buscamos intimidad para hablar de nuestras cosas. ¿Por qué muchas veces nos dificulta sacar minutos, no te digo horas ni tampoco días para hablarle a nuestro AMOR de nuestras cosas y que Él nos hable de las suyos? Cuando de verdad estamos ante una persona que ha robado nuestro corazón, somos capaces de cambiar hasta nuestras actitudes para agradecerle, somos capaces de subir montañas y saltar valles que jamás pensábamos, capaces con tal de mantenerlo a nuestro lado y feliz. Somos capaces de sacrificar cualquier detalle aunque nos costará para mostrarle nuestro amor, y, a Aquel que es nuestra fuente de vida, que su Amor abrasa sin consumir, Aquel que solo su Amor basta ¿no entraríamos como abeja a montonazos en la colmena, luchando e intentando todo lo posible de encontrar un espacito libre y después de encontrar el agujerito lugar de intimidad con Él  labrar toda la miel que allí se encuentra?

La oración hermana y hermano mío es una vida hecha Amor  y este Amor siempre entra en nuestras casas si le abrimos. ¿Quieres una vida digna ahora y en la otra vida? Deja que Dios llene tu corazón, deja que Él sea el que actúe en ti, deja que te conduzca que bien sabe lo que te hace falta. Él te creó y te concedió su propio aliento, te conoce cuando te levantas o te sientes. Tu vida y mi vida están en su poder. Él no solo da comienzo a nuestra vida, Él es la misma fuente y la misma meta. Y es en Él, en la oración donde descubrimos quienes somos y para qué vivimos. Es necesario descubrir nuestra identidad a través de esa relación con Dios. ¿Y me seguirán preguntando por qué razón? Porque todo comenzó en Él y solo y únicamente nuestro vivir encuentra sentido en Él. Y no me cansaré de recordártelo que “eres un diseño único y única, irrepetible, muy valioso y perfecto (dentro de nuestra miseria humana), con nombre propio para el mismo Dios. Pues bien tú eres la única persona que puede realizar la misión a ti encomendada por Dios, solo tú podrás realizarlo. No importa lo que pase en un mundo insano como el nuestro, un mundo consumista e individualista, un mundo en que la sangre derramado por cualquier causa parece ser el pan de cada día. Pero tú, precisamente tú  y yo tenemos una tarea que necesita mucha entrega y mucho amor, moverse en contra del temor de lo que nos pueda pasar hoy o mañana con las armas de la fe y el amor. Llegar al otro con la oración, dedicarle al otro tiempo para acompañarlo que tanta falta hace porque cuando un miembro flaquea, todo el cuerpo místico de la Iglesia se debilita, mientras cuando más unidos en la oración estamos, más fuerza hacemos y más sostenidos somos. Rézale a Dios que te ilumine por donde servirle, a qué misión te encomienda, acude a Él que Él te dará a conocer su voluntad sobre ti. No le temas, es nuestro “Abba- Padre”, bonita definición que nos enseñó nuestro hermano mayor, Cristo. Acércale a Él, muéstrale tu deseo y tu miseria, y encontraras el camino adecuado que te llevará al feliz término. Refleja la luz de Dios allí donde te encuentres y otros se encaminaran por tu testimonio.

Hermanos, la verdadera seguridad de nuestra vida se encuentra únicamente en aquello que nadie nos lo puede quitar, nuestra intimidad, nuestra relación con Dios. Esta es mi experiencia personal y una verdad indiscutible, nadie te podrá arrebatar la amistad personal con Dios. No por la necesidad de ser aprobado ni por la presión de quien te rodee,  sino porque eres libre desde que conoces a Dios como tu libertador. ¿Y sabes una cosa?, todo lo que trata de complacer todo el mundo, suele ser un fracaso vestido de éxito. Me hablará de otras tantas seguridades de vida, que son también “guay” pero todas, definitivamente todas, nos llevan a un callejón sin salida; a una vida insatisfecha y una tristeza que poco a poco nos va consumiendo hasta acongojarnos, llegando así a una esterilidad de valores y de felicidad. ¿Por qué hay tanto dolor en el mundo? ¿Tantas espinas, tribulaciones, persecuciones, violencia…? ¿Por qué se han quedado fría tantas relaciones al paso del tiempo en vez de que el amor sea cada vez mayor? ¿Por qué entonces si Dios nos quiere y nos escucha existen tantos dolores y fracasos? Estas son cuestiones que nos planteamos para confundirnos más en lo que verdaderamente no tenemos idea, ni podemos tenerla. Temas fuera de nuestro control pero que fácilmente podemos vencer con una sola certeza, Dios no quiere ni goza en el mal. Para Jesús, todo lo que es contra la dignidad humana y el cuidado de toda la creación  es un dolor tremendo, un dolor que le hace suplicar día tras día a su Abba, “Padre, perdónalos porque no saben lo que hacen”.

Un verdadero amante de Dios solo puede esperar una cosa, “la aprobación del Señor”. ¿Y, cómo? Porque su poder se realiza en nuestra debilidad. Todo te puede parecer oscuro y sin sentido, pero te olvidas una cosa, ponte ante Dios, toma tu vida entre tus propias manos y viéndola exponle a Él todo lo que te ocurre, tanto lo bueno como lo que menos te agrada. Tenlo por seguro que Él te ve y te conoce perfectamente, ¡no lo temas! Eres su hijo irrepetible y desea lo mejor para ti, ofrécete a Él. Te darás cuenta que estos momentos difíciles de alguna forma nos fortalecen aun en medio de tantas lágrimas, el Señor se vale de nosotros como mediadores de su Presencia y si no ¿Quién podía mejor ayudar a una mujer que le ha traicionado su marido por otra, que quien pasó por esa misma agonía? ¿Quién podía darle esperanza a aquella persona que ha perdida su ser querido sino a otra semejante? ¿Quién podía ayudarle a una drogadicta a salir de esa situación y tomar mejor opción de vida? ¿Quién mejor podía darle esperanza a un extranjero que uno que algún momento sintió abandonado y no se le perdió la esperanza? Y, al fin y al cabo nos damos cuenta que aquellas experiencias, que nos dieron remordimiento…son las mismos que Dios utiliza para ayudar a otros. ¿Y, cuando se llega a esto? Cuando oramos en nuestras tribulaciones y momentos difíciles y llegando aceptar y perdonarnos, utilizar nuestras experiencias para ayudar al prójimo, al que más lo necesite. Solo la relación sincera e íntima con Dios nos ayuda y permite a abrir nuestro corazón de par en par en servicio al otro. Sus cicatrices nos curaron; ¿los cicatrices de hoy el día, como nos curan o nos ayudan a curar a los otros?

Hermanos y hermanas huid de todo lo que te impide entrar en relación con Dios y dejémonos enseñar por Él.


Que Dios les bendiga.

domingo, 13 de noviembre de 2016

DOMINGO 33 DE TIEMPO ORDINARIO



CON VUESTRA PERSEVERANCIA  SALVAREIS VUESTRA ALMA

Supongamos que una mañana temprano, cuando todavía estas en la cama, sientes un dolor agudo en el pecho y te falta el aire. “¿Será un ataque al corazón?”, piensas. Reconoce que restarle importancia a los síntomas, no servirá de mucho y que convendría tomar medidas urgentes. Así que llamas una ambulancia para que te lleve al hospital. Es posible que el médico le haga un electrocardiograma a fin de establecer un diagnóstico y administrarle el tratamiento adecuado, pues sabe que actuar con prontitud puede salvarle la vida.

Pues algo parecido queridos hermanos nos viene a decir el Evangelio (Lc 21,5-19) de este domingo día del Señor. Ya no es el tiempo de contemplar el templo y su belleza porque será destruido y ninguna piedra quedará sobre piedra, de hecho ya pasó con el templo de Jerusalén. No es tiempo simplemente de levantarte un domingo como hoy e irte a la santa celebración para solo el cumplimiento o porque…qué dirán si se enteran que no voy a la misa, o ¡vaya que me sorprenda el ultimo día! no hermanos, no es tiempo de esto sino el momento de actuar con plena consciencia el por qué hago esto o a lo otro, ¿por qué me esfuerzo para vivir de esta forma? ¿Por qué no me da igual cualquier forma de vida? ¿Por qué sigo esperando en la vida eterna que ninguna persona ha visto aun en medio de tantas contradicciones, en medio de tantos sufrimientos y obstáculos, por qué?

Hoy son muchos los que proclaman la inminencia del fin del mundo y paralizan a muchos con miedo, hacen tambalear la fe de muchas almas e incluso llegan a realizar  barbaridades engañando a mucha gente. Pero Jesús hoy por boca de Lucas nos alerta “cuidado con aquellos, no vayáis tras ellos y aunque oigáis noticias de guerras y revoluciones, no tengáis pánico. Es más, os echaran mano y os perseguirán hasta entregarlos a los tribunales y a la cárcel por mi nombre pero así tendréis ocasión de dar mi testimonio. Tened fe y seáis perseverantes, no preparéis vuestra defensa porque yo os daré palabras y sabiduría a las que nadie podrá contradecir”.

Estas son las palabras que nos alientan en este domingo, día de fiesta. Palabras que nos animan en nuestro camino de fe. Palabras que nos anuncian las exigencias del seguimiento y el apoyo de nuestro Dios.

Animo pues hermanos hacer frente a los falsos mesías y a confiar cada vez más en el Señor Dios Todopoderoso. No hay tiempo que perder, ya sabes que actuar con prontitud puede salvar tu vida y una vez más no temas a los que te pueden quitar la vida sino al único que te puede quitar la vida y al mismo tiempo el alma. El medico supremo, Dios nuestro Padre celestial nos espera para hacernos un electrocardiograma a fin de establecer un diagnóstico y administrarnos el tratamiento adecuado. Con humilde confianza acudamos a Él.


Buen domingo que Dios te bendiga.

viernes, 11 de noviembre de 2016

LA ORQUESTA UNIVERSAL


        “Porque tú has creado todas las cosas; y  por tu voluntad lo que no existía fue creado” nos viene a decir el sagrado libro del Apocalipsis.

            -¿Y, porque tanta bondad, todo esto tan ordenado y tan bueno? Porque Él lo quiso, por su libre voluntad. ¿Entonces todo, todo cuanto hay en el mundo creado como es la hiena, el bambú, la maleza, la rosa, los pájaros…? quiero decir ¿todas las cosas, son de Dios?
  -Sí, todo le pertenece y todo nos lo comunica Él, quiso Él que todo participara de su ser, de su bondad, de su sabiduría, de su amor y todo torna a Él en son de alabanza.

            -¡Vaya!, y ¿de dónde sacó tantas cosas? De la nada, si hijos, de la nada. Dios no necesita herramientas para crear porque Él mismo es omnipotencia infinita, solo por su sola Palabra creó todo.

            -Pero, nos dijeron en la escuela dominical, donde en África íbamos cada domingo, que nosotros fuimos moldeado por sus dedos y nos  lo señalaban moviendo los deditos como moldeando el barro.
            -Sí, así es ¿te acuerdas de lo que leímos anoche en el encuentro con tus primos?

            Me quedé muy pensativa,
            Ella dijo: - anda…trae la Biblia que lo veamos de nuevo “yo no sé cómo apareciste en mis entrañas, ni fui yo que os regalé espíritu y vida, ni tampoco organicé yo los elementos de cada uno. (…) Te ruego hijo, que mires al cielo y a la tierra, al ver todo lo que hay en ellos, sepas que al partir de la nada lo hizo Dios y que también el género humano ha llegado así a la existencia2M 7,22-23.28.
Y vio Dios que todo era muy bueno.

       Era sobre las siete de la noche y fui al establo intentando hacer realidad todo lo que había escuchado de mi mamá maestra:

            - “A partir de la nada Dios lo había creado”. Las vacas, los bueyes, las cabritas, los corderitos y el burro, todos me parecían nuevos, no eran los que yo  había dado de comer, tocado y jugado. Parecían distintos. Al lado mío estaba nuestro perro con su hocico fresquito, fuerte y alto, un auténtico guardián que me custodiaba a estas horas en las que la luz iba desapareciendo poquito a poco. El gato tan tranquilo dormía entre mis manitas. Aquello era nuevo, parecía un escenario muy diferente que el de costumbre y después de un ratito mirando y remirando me fui con mis hermanos. Era costumbre de que cuando daban las nueve de la noche, solíamos apagar las luces ya que algunos animales rondaban por los pueblos y les atraían las luces, eran noches de cierto miedo e inseguridad, tanto personales como del poco ganado que la gente tenía. Por eso era menester tener perros que ahuyenten los animales carnívoros si se acercaban a  la vecindad.

     Pero, esta noche para mí no era como otras tantas, yo esperaba oír el barreteo del elefante, el graznido del cuervo, el aullido del lobo o la hiena, el gruñido de la señora gorila o el rugido del león. Los había escuchado, pero ahora les prestaría más atención pensando que todo era un misterio inmenso de Dios al que faltaba por descubrir su belleza. Fue una noche larga, una noche en que pensé en cuantas veces Dios había pasado por mi lado, o se me había comunicado en un simple movimiento de una hoja sin que me diera cuenta de ello.

Claro yo andaba  de prisa, pasaba en medio de tanta belleza pero nunca me había comunicado nada, más bien, me estorbaba una maleza en el camino o la cabra valiendo incluso teniendo de qué comer, (porque entonces dudaba mi madre si les habíamos dado bastante comida). Todo parecía automático, programado en nuestro ser de chiquillos y nos salía sin saberlo, por ejemplo viendo un pajarito posando sobre rama y de pronto recoger una piedrecita para ahuyentarlo. El croar de la rana era un auténtico dolor de cabeza sobre todo cuando estábamos dormidos y el chirrío de grillo ni te cuento. El siseo de la serpiente hacia correr hasta los más fuertes. Los gorriones y las gaviotas no tenían ya sitio para hacerse sus casitas de barro. Los colores del leopardo y la pantera me daban pánico, el halcón  era muy peligroso con los pollitos. Todo un mundo de cierto miedo y peligro. Pero alguna armonía tendría que haber en todos estos animales, los bosques intensos, las aves grandes y pequeñas.

            Habría que descubrir su belleza, esa sabiduría que me dijo mamá, “todo participan de su ser, de su bondad, de su sabiduría, de su amor y todo tornan a Él en son de alabanza”. Si fuera todo tan peligroso, Dios no lo hubiera creado. Además los crió para que disfrutáramos todos de ellos, y es más…para que los cuidáramos, porque eran y siguen siendo sus criaturas.

            ¿Y los ríos, las cascadas, los arroyos, los montes y las valles? ¡Guau, si es una verdadera maravilla!, ¡una sabiduría incomparable e incalculable!, todo tornaba una dulzura, una ternura, todo con su color bello e irrepetible, todo con su singularidad: una autentica obra de arte, nunca jamás pensada por cualquier ser humano. Esto debía de ser una fuerza Omnipotente, una obra hecha y realizada desde el Amor…una obra que nos grita día y noche, que nos comunica a pesar de nuestra sordera e ignorancia, a pesar de nuestro inconsciente.

            En estos pensamientos pasé bastante tiempo pero al final, con los ojos cargados de sueño, la cabeza pesando sobre la almohada y el corazón latiendo, me sentí como un coloso con pies de barro, todo me pesaba y en un instante me quedé como un tronco en la cama.

     Fue un sueño tan profundo pero a la vez muy corto, eran ya sobre las cinco de la mañana. Me desperté como de costumbre pero con un deseo y un compromiso: descubrir la belleza de Dios, su sabiduría, su mensaje en todo lo que pasara durante el día. Al aparecer los primeros rayos de sol, todavía débil, empezaron algunos pájaros madrugadores  a despertar la madre tierra con su soprano piar en los bosques de alrededor. Según se iba clareando el día su sonoridad iba siendo más cálida y más elevada, un viento suavecito lo envolvía todo en un ambiente muy vivo y a la vez apasionado. No tardó mucho para que se juntaran en trinos para cantar a su Creador.

            De no muy lejos, se podía distinguir el tamborileo del pájaro carpintero, parecía un tambor en armonía con la música creciente. La paloma y la tórtola como alegrando y dando la bienvenida a la aurora se oían arrullar y gorjear alternativamente sobre una rama que parecía darle movimiento a sus frágiles cuerpos, todo aquello me sonaba a un mundo nuevo. También se divisaba el castañetear de la cigüeña, unas señoras vestidas de blanco que con su cuello largo parecen ser damas del bosque, en lugares altos, y, sobre arboles altos y frondosos anidan, porque allí se sienten protegidas, sosegadas, serenas y tranquilas y a demás son lugares que favorecen la creación de nuevas especies. De un momento a otro se oía el cloqueo  de las gallinas pisándose unas a otras y luciendo sus múltiples colores. Los gallos como relojeros de la creación estaban ahí alerta para dar a conocer cuando daban las tres de la mañana y las tres de la tarde.

            ¡Que sabiduría la de Dios! El día era distinto, todo era música y armonía pero solo era una mañana, nos quedaba toda una tarde y una noche.

       Para  una familia campesina como la mía era necesario e imprescindible cuidar mucho la huerta, ese día parecía que me atraían más las plantas. Me sentía responsable de todas ellas el maíz, las distintas clases de habichuelas, las batatas, las yucas, los plataneros, los mangos, las papayas, los aguacates, los naranjos, las maracuyás, las clases distintas de verduras y muchas más plantas que cuidábamos porque nos sustentaban y prácticamente vivíamos de esta pequeña huerta. Tanto cariño le tomé a las plantas, de tal manera que ya nunca me quedaba más en casa para realizar otros trabajos, sino que siempre acompañaba a los que iban a la huerta y era tanta la alegría de ver preparar la tierra, de cómo de dos en dos  y con mucho cuidado, íbamos echando las semillas en su agujerito correspondiente, ya que todo era manual.

             El contacto con la tierra parecía darme vida y me hacía recordar aquellas santas palabras “eres polvo y polvo volverás a ser”. Este pensamiento muchas veces me llevó a tomar las riendas de mi vida sabiendo que quien siembra vientos recoge tempestades. Bajo un árbol frondoso pude contemplar el canto de los pájaros y atentamente fui recordando lo que nos decían en la escuela sobre la importancia de los árboles. Primeramente porque nos daban sombra, que nos protege de los rayos directos del sol, que reducen la velocidad del viento, que reducen contaminación del aire, que forman nichos a la fauna, hacen la vida más alegre con solo admirar su belleza, pero también con un resignación de ver como la creación es mal-tratada, algo parecido a echar margarita a los puercos.

            Eran tantas las maravillas que pude  contemplar bajo este árbol. Y descubrir la razón y realidad del eslogan del cinturón verde “corta o taladra un árbol y siembra dos”. Las flores a su vez con su belleza y su fragancia parecían afirmarme esta obra maravillosa de Dios. Las petunias con su perfume fuerte y sus colores brillantes, las rosas muy elegantes y muy entregadas a despojarse de su dulce aroma, las margaritas, las hierbas verdes, los claveles con su color blanco, rosa y rojo, los lirios, la violetas con sus manteles de colores preciosos, la lavanda que en pleno sol resucita a los muertos. En fin un sinfín de colores, de aromas amorosos y de belleza; todos, todos parecían trabajar armónicamente para alegrar el día, alabar a su Creador y llenar la atmósfera con su fragancia.

     ¿Pero cómo puede ser que pasara tanto tiempo sin descubrir esta belleza? Todo me comunicaba algo, las plantas de agradecer siempre, las flores su desprendimiento, los animales su ternura y humildad…los árboles frondosos y robustos su entrega a los más débiles. Eran tantas las lecciones que me parecía poca cosa ante tanta belleza.

            El día pasó tan rápido que ya entrada la tarde los bosques espesos se alegraban de ver llegar sus hábitats mientras otros salían a rondar la noche para la caza. Se ven llegar avestruces y de pronto bambolean hacia una acacia. Un grupo de gacelas pasan saltando elegantemente después de divisar un peligro como puede ser una leona hambrienta. Todo es armonía. Algunos pájaros sabios ya avisan el paso de un elefante, señores que al pasar dejan huella de tamaño de un plato y una manada de cebras se ven tornar el camino por donde caminaban, posiblemente porque huelen el peligro. Ya casi no se ve nada por las tinieblas que poco a poco van creciendo como un volcán en proceso de erupción.

…Y después de rezar y cenar junto a mi familia, me vi forzada a dormir profundamente por tanta atención que había prestado en todo el día. La creación siguió con su música callada y yo personalmente tomé una lección que me ha edificado mucho y me ha hecho valorar todo lo que me rodea. A sabiendas de que todo y desde cualquier parte del mundo nos comunica la presencia de Dios, de su amor, de su sabiduría, de su ternura....y bajo ningún pretexto el hombre debe pasar de largo esta verdad, esta Presencia.

            Que estamos llamados a cuidar a nuestra madre tierra y no pretender ser dueños de ella.

            Es de mucha importancia hermanos muy amados observar atentamente lo que nos rodea, sentirnos obligados de ser agradecidos y reconocer la belleza de esta obra maravillosa, que tenemos entre manos, desde el movimiento de una hoja hasta el cantar del pájaro.

      Y llegados a este conocimiento no dejaremos de contemplar nuestros pasos, el estado de nuestra vida y el valor que le damos a la dignidad humana tanto en su pobreza como en su riqueza.
No dejaremos de ser responsable y seguir con todo empeño haciendo realidad y perdurable
 esta orquesta  universal.


GRACIAS SEÑOR POR TODAS TUS CRIATURAS.

domingo, 6 de noviembre de 2016

PEREGRINOS HACIA LA PLENITUD

                                               PEREGRINOS HACIA LA PLENITUD

Hermanos y hermanas muy queridos, nuestro  “Dios no es Dios de muertos, sino de vivos: porque para Él todos están vivos”. Los que creemos y tenemos una esperanza firme de una vida futura sabemos muy bien que nuestra vida en Cristo no acaba con la muerte, sino que este paso se ha convertido en nosotros  en un “dormirse en el Señor” para despertar en la paz eterna, en la vida eterna y en una felicidad eterna, donde todos seremos santos y junto a los ángeles y contemplaremos  a Dios Padre y a su Hijo amado (nuestro Hermano Mayor) cara a cara. La fe nos dice que ahí no habrá sufrimiento, ni dolor alguno sino que seremos felices porque viviremos en la plenitud de Dios.


Claro entendido de esta forma, no nos asombraremos ante el testimonio de los siete hermanos con su madre en el libro de los Macabeos, donde negándose a comer carne de cerdo por el mandato del rey y que es prohibido por la ley judía son arrestados y torturados cruelmente. Finalmente uno tras otro van cayendo muertos ante su madre quien les anima a no negar su fe, porque recobraran la vida en Cristo, “vale la pena morir en manos de hombres cuando se espera que Dios mismo nos resucitará” declara el cuarto antes de morir. Una dura escena que deja al rey y su corte asombrados. Porque en su mente humana y limitada no cabía que “A Dios nunca se le mueren los hijos” como lo define Jose Antonio Pagola.

Hermanos, somos porque Dios nos comunica constantemente su vida en el Espíritu. Nuestra fe nos enraíza en Dios y lo que define mi vida como cristiano es el proyecto de Dios sobre mí. Dios me quiere como a hijo suyo y mi vida no puede tener límite si vivo en la gracia. Hay que despertarnos y cuidar este tesoro incomparable de la fe sembrado en nosotros por el bautismo, para que siga creciendo cada día a través de su palabra y la oración asidua, el tratar de amistad con nuestro Padre celestial siguiendo el modelo de Cristo y con la ayuda del Espíritu santo.

Hoy podemos pensar ¿quién puede aguantar tanto por la defensa de su fe? Hay tantos que siguen de forma semejante luchando por la fe. Sufren y lloran, claman y hasta entregan su vida por Cristo. Nosotros que todavía vivimos sin tantos problemas en el seguimiento de Cristo, nos unimos a nuestros hermanos sufrientes para que Dios les conceda la fuerza necesaria para seguir adelante y valientemente entregar su vida por Él ofreciendo el testimonio de “ser Dios con la entrega de sus propias vidas”.

Y nosotros pobres pecadores conscientemente vayamos muriendo al pecado para ir viviendo porque cuanto más nos hacemos a ir muriendo poco a poco a nuestro yo, más vivimos la verdadera vida. Morir a la carne para que  viva el hombre y la mujer nuevos desde la Gracia.

DIOS NO ES DIOS DE MUERTOS SINO DE VIVOS.


Feliz domingo y semana.